Fanny Bernal * fannybernalorozco@hotmail.com
Evidenciamos una gran preocupación por la búsqueda de la felicidad en revistas, televisión, redes sociales, conferencias y libros. Hay quienes expresan que llevan tiempo en eso y que no han podido hallarla: ‘Que esta les ha sido esquiva’, ‘que no han tenido suerte’, ‘que en su existencia han pervivido de frustración en frustración’, ‘que no han vivido el amor’, ‘que siempre les ha tocado dar y cuidar y poco recibir’, en fin, tantas quejas, como personas, cada una con una historia diferente, aunque parecida en el asunto del lamento.
Hay personas que sienten y creen que la felicidad está en el tener. Su vida es una carrera frenética hacia el poseer dinero, ropa (de marca), propiedades, prestigio, cargos, etc, sin importar los medios para alcanzarlos. En fin, todo lo que se pueda comprar, lo cual muy posiblemente genera alegría.
No se puede negar que el humor mejora cuando se está de compras, sin embargo, esta emoción no es duradera en el tiempo. Es una satisfacción que se extingue de forma rápida; mientras se crea otra necesidad. En esto la publicidad es una gran protagonista y tiene el inmenso poder de crear imágenes y deseos, todo ello con la creencia de que a través del consumo se alcanza la esquiva felicidad.
Hay otras maneras de mirar de esta temática. En palabras de Adela Cortina: “La felicidad consiste en el florecimiento de todas nuestras mejores potencialidades y capacidades”. Algunos autores las ordenan en torno a fortalezas como ‘la sabiduría y el conocimiento, el coraje, la disposición para cuidar a los demás y hacerse cargo de ellos, la templanza y el sentido de la trascendencia, que da sentido a la vida en su conexión con el universo’.
Palabras que invitan a darle otro juicio a la felicidad y a reflexionar sobre ella. Así que la felicidad es un asunto que está relacionado con el mundo interior del ser humano, con el fortalecerse de adentro hacia afuera, en unión y cuidado con otros seres humanos y el mundo que les rodea.
Es importante darse cuenta de cuáles son las actitudes que se asumen en el día a día: felicidad o infelicidad, gratitud o queja, alegría o amargura, frustración o creatividad, generosidad o indiferencia. Vale mirar hacia adentro para tener mayor conexión con lo que pasa y se siente. Como dice Cortina, si la felicidad es el florecimiento de las potencialidades y capacidades, se puede comenzar por tener claro qué se quiere desarrollar o fortalecer.
Estas facultades se pueden dirigir a ayudar a otras personas conocidas o desconocidas, a desarrollar la capacidad de escucha respetuosa, a autorregular el juzgar, el suponer, el chismosear; a fortalecer el respeto, la gentileza, actos cotidianos estos que -aunque sencillos- pueden contribuir a hacer más amable la existencia.
Dicen que las actitudes altruistas mejoran el estado de ánimo tanto de quien las lleva a cabo, como de quien las recibe. Incluso que ayudan rebajar el estrés y generan satisfacción, bienestar y felicidad, quizás este asunto sea más sencillo de lo que comúnmente se cree.
* Psicóloga - Docente Universidad de Manizales.
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