Fanny Bernal * fannybernalorozco@hotmail.com
Muchas reflexiones y explicaciones se han dado entre el comienzo y el tiempo trascurrido conviviendo con la pandemia, estas danzado entre lo divino y lo humano: Que el mundo está por desaparecer, que es un castigo de Dios, que es el apocalipsis, que es la consecuencia de la profanación del medio ambiente y el lucro económico de él. En fin, han surgido diversas teorías científicas, religiosas y hasta las curas milagrosas.
Es posible que durante estos meses, muchas personas hayan tenido el tiempo para modificar algunas situaciones de sus vidas e inclusive para ser mejores con ellas mismas y con los demás; también es posible que hubiesen aprendido que la ética del cuidado no son ningún ‘cuento chino’, sino una profunda realidad.
Mientras tanto, a otros sujetos es probable que no les importe nada y crean que son inmunes a las enfermedades y a los contagios. Esto se observa mucho más, cuando las circunstancias nos obligan a salir de casa.
Hace unos días tuve la necesidad de acompañar a alguien cercano que estaba hospitalizado, al entrar a la entidad de salud, el señor portero solo me preguntó a qué cuarto iba y, aunque tenía como tomar la temperatura no lo hizo, como tampoco me dio ninguna recomendación de bioseguridad.
Por otra parte, en una caminada de 10 cuadras, pasaron varios grupos de personas sin tapabocas, otras con el tapabocas en la garganta; a la entrada de un supermercado había personas escupiendo, otras fumando y además tirando las colillas al piso. ¡Ah¡ y como si esto no fuera suficiente, al ir a una oficina a reclamar unos documentos, las hojas venían pegadas y el señor que me las entregó, se llevó uno de sus dedos a la boca para separarlas.
Mientras tanto, en una entrevista, una de las autoridades de la ciudad, dijo: ‘mientras en la ciudad se sigan cumpliendo los protocolos, la covid-19...’ ¿Cuáles protocolos?
Se me vino a la memoria una joven médica que trabaja en un hospital de la ciudad y cuenta que le han tocado turnos seguidos, porque tiene compañeros enfermos en sus casas incapacitados y pienso en lo que puede significar para ella y el resto del personal de salud, vivir en medio de la incertidumbre y del miedo. Cada turno implica riesgos tratando de salvar vidas, mientras vemos tanto irresponsable suelto por ahí.
No basta con saber que hay unos protocolos, hace falta cumplirlos y respetarlos. Como dice la doctora Adela Cortina: “Asumir unos mínimos éticos” que en el caso de la pandemia sean fuente de cuidado a los demás y autocuidado personal.
* Psicóloga - Docente Universidad de Manizales.
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