Fanny Bernal * fannybernalorozco@hotmail.com
Se dice que una persona tiene un ego fuerte, cuando tiene dificultad para ver y aceptar la realidad que le rodea; crea un mundo para él mismo. Vive su vida como si estuviera metido en una burbuja, en la cual no hay cabida para nadie más. No se permite el diálogo, ni las verdades de los otros y, menos aún, alguna asesoría o consideración acerca de un hecho que ataña a otros, llámese empresa, comunidad, familia o pareja.
Una persona que se encuentre en estas condiciones, cree que sabe de todo, jamás pide ayuda y tiene dificultades para conectarse con las emociones propias y las de los demás seres humanos. Y como si esto fuera poco, es insaciable, nada le satisface, su prepotencia, orgullo, soberbia, le llevan a mirar con desdén y hasta desprecio a las personas que le rodean.
De este tipo de personas hay una gran cosecha en el mundo. Llegan a un cargo, cambian de casa, de posición social, ganan más dinero, conducen otros autos. En fin, en poco tiempo se convierten no solo en déspotas, sino también en despreciativos con su entorno.
Al respecto dice Ramiro Calle, en el libro Las zonas oscuras de tu mente: “A menudo el ego nos produce una tendencia al envanecimiento que provoca desdicha propia y ajena. Controlar el ego es signo de salud emocional y de inteligencia primordial. Ser egocéntrico es señal de inmadurez, pobreza emocional y torpeza. El egocéntrico no cuenta con ningún amigo, ni siquiera con su propia amistad. Vive para la imagen y no para sí mismo”.
Una de las trampas en las que anda metido alguien que viva en estas condiciones y que además ostente un cargo de importancia en la sociedad, es que no es capaz de escuchar, ni de pedir ayuda. Por un falso orgullo, no se asesora de aquellos que ya han construido experticia y conocimiento. Como si esto no fuera suficiente, empiezan a encontrar fallas y a desdeñar lo producido y lo trabajado anteriormente.
Con tristeza vemos que muchos proyectos se derrumban, no avanzan, se desechan o ni siquiera comienzan. Buscar apoyo, asesoría, valerse de la experiencia de quienes ya han tenido otros saberes y otros aprendizajes, es una actitud sabia. Es un gesto de humildad, que acerca a las personas. La soberbia, el orgullo, el falso ego, mantienen a las personas distantes mientras se aferran a su propia trampa.
* Psicóloga - Docente Universidad de Manizales.
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