Fanny Bernal Orozco * liberia53@hotmail.com

Coexisten seres humanos con tantas heridas emocionales, como años de vida. Sus narrativas están impregnadas de dolor y de quejas, parece que nada les ha sido fácil, se han sentido maltratadas y las personas que los han debido cuidar y proteger, los han abandonado, tanto afectiva como emocionalmente.

Un joven de 23 años, afirma: “Nunca conocí a mi papá. Vivimos con mi mamá. A ella siempre le ha gustado la rumba. Mi madre se iba de fiesta hasta tres días y mi hermana y yo quedábamos al cuidado, unas veces de una tía y otras con la abuela, que ya estaba muy viejita. Un día la oí decir a mi mamá que por nosotros ella no iba a dejar de hacer su vida y que debíamos aprender a defendernos solos".

Las heridas por el abandono no son fáciles de reparar, puede pasar mucho tiempo y, en la línea de la vida, estas aparecen de diferentes formas, buscando salir y ser escuchadas, ojala de manera respetuosa y reparadora.

Dichas heridas, la mayoría de las veces han sido tan traumáticas y tan difíciles de explicar, que exceden la capacidad de afrontamiento de cualquier ser humano. En tales eventos, los recursos de afrontamiento que se tienen, no son suficientes y, por lo tanto, alteran de manera dramática la vida cotidiana y el entorno cercano por la sensación de amenaza y desasosiego que emerge como consecuencia lógica de esos daños.

Hay unos síntomas que aparecen en estas experiencias y a los cuales se les debe prestar atención: Insomnio, pesadillas, miedo constante, rabia, negación, culpa, dolor, desconfianza, irritabilidad, baja autoestima, ansiedad, estrés, ensimismamiento, dificultad para concentrarse, dolores físicos, depresión y desmoralización.

Si esas situaciones se vivieron en la niñez y ya ha pasado cierto tiempo, es importante traerlas al presente, hablar de ellas y ponerle voluntad a la tarea de sanar. Hay adultos que creen de manera errónea que hay que dejar estos asuntos así. No obstante, hay que analizar la afectación y tomar acciones que ayuden a mantener una adecuada salud mental.

Al escribir estas palabras, pienso en la frecuencia con la que se invalidan las emociones y sentimientos de los demás y cómo al vivir experiencias traumáticas, las heridas emocionales crecen, se acumulan y van quedando sin reparar, lo que afecta profundamente la salud mental y emocional de estas personas.

* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.