En momentos como los que la humanidad vive por el llamado a la responsabilidad, al cuidado, a la disciplina social, debido a la pandemia y muertes por la covid 19; el miedo, la ansiedad, la incertidumbre, la impotencia y el estrés, se han desbordado y han afectado a muchas personas. Niños, jóvenes adultos y viejos sienten que sus vidas están siendo amenazadas, por el hecho de haber perdido su libertad y la posibilidad de continuar sus vidas como las llevaban antes.
Algunas de las consecuencias de estos cambios son, por ejemplo, la pérdida del sueño, el cansancio generalizado o el cambio en los hábitos de las comidas. Unido a lo anterior, nos encontramos con el sinnúmero de responsabilidades laborales, académicas, cuidado de hijos y tareas domésticas de algunas personas, llegando hasta el aumento de horas frente a las redes sociales y las pantallas del televisor viendo series y una gran cantidad de películas.
Otros resultados de esta cuarentena son los conflictos internos o externos con las personas cercanas, las presiones y tensiones emocionales; además de las económicas, difíciles de afrontar durante este aislamiento.
Para los profesionales de la salud no son momentos fáciles, puesto que es precisamente su trabajo el que los pone en constante riesgo de enfermarse y porque deben estar atentos a escuchar todas esas historias que primero llevan al estrés y la desesperanza, pero que -a veces- pueden derivar en un suceso desgarrador y dramático.
El termino fatiga compasional fue utilizado por Carla Joinson en el año 1992 para hacer referencia al cansancio y al estrés que sienten los profesionales de la salud ante la atención, cuidado y acompañamiento que brindan a otras personas que se encuentran con enfermedad, dolor o en condición de sufrimiento.
Algunos síntomas son apatía, insomnio, falta de concentración, irritabilidad, desasosiego, desanimo, miedo al futuro, dolores físicos, estrés generalizado, entre otros.
Ante estas circunstancias, los profesionales de la salud deben prestar especial atención a su salud mental y física. En cuanto a la mental, se hace necesario tener una red de apoyo familiar y de amistades sólida en la que se pueda confiar, esto para poder expresar emociones como la rabia, los miedos, el dolor y las frustraciones.
Se debe, así mismo, mantener adecuados hábitos alimenticios y de sueño, hacer meditación, practicar ejercicios de respiración, yoga y realizar actividades artísticas como pintar, escribir, bailar, jugar, escuchar música apropiada para el descanso, tejer, bordar, cocinar, leer poesía, novelas, en fin, mantener espacios para cultivar y fortalecer la paz interior. Se tiene que saber parar y descansar sin remordimientos.
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