Fanny Bernal * fannybernalorozco@hotmail.com
El poder personal de un ser humano consiste en desarrollar sus capacidades para aprender, reflexionar, corregir, reparar, reencauzar, reorganizar, mejorar, fortalecer, resignificar y cultivar su vida personal.
Ese poder es el resultado de entretejer una urdimbre a través de palabras, acciones, pensamientos, emociones, valores y virtudes que ayuden a transformar y enriquecer el mundo interior y el entorno en el que se despliegan las relaciones.
Esto se ve reflejado, de manera distinta, en cada persona. Algunas comprenden que el control de sus vidas se logra con voluntad, coraje, responsabilidad, perseverancia y una férrea decisión. Saben cuáles son sus metas y hacen lo que esté al alcance para lograrlas. Cuando se equivocan, expresan sus emociones, se quejan y vuelven a comenzar.
Se dan permisos, aprenden a ceder espacios sin perder el equilibrio y cuando en sus momentos de reflexión y análisis sienten que hay que hacer cambios, los hacen y valoran todo lo aprendido. Por otra parte, cuando sienten que se han equivocado, no gastan tiempo en justificar, atacar, juzgar o culpar a los demás. En otras palabras, no engañan, no mienten, no disfrazan, no manipulan a nadie, sino que serenamente asumen con responsabilidad las consecuencias.
Lo anterior significa que un ser humano que sabe en qué consiste el poder personal, entiende, conoce y acepta sus debilidades. Es más, cuando considera que requiere ayuda, no duda en pedirla y asume con responsabilidad las tareas de transformación y crecimiento.
Entre tanto, existen otras personas que creen que tener poder personal es ser arrogantes, soberbios, altaneros, irrespetuosos, retadores, patanes, vulgares, tramposos, avivatos. Consideran que pueden pasar por encima de los demás, con total desprecio, haciendo muy buen uso de la ‘Ley del atajo', mediante la cual maquillan su falta de honradez. Sufren de ego inflado, dispersión mental, falso orgullo y escasez de inteligencia emocional. ¡Ah…! y se alimentan de las mentiras que otros les dicen cuando los adulan, les dan palmaditas y los lisonjean. Esa es la creencia falsa acerca de su poder personal.
Así las cosas, el tener poder personal, es un recurso para acercarse a otros con empatía, asertividad, respeto, compasión y autorregulación emocional, condiciones necesarias para tener un sentido de humanidad inclusivo y generoso, que permitan aprovechar el poder personal en beneficio propio y de los demás seres, con quienes se comparta el diario vivir.
* Psicóloga - Docente Universidad de Manizales.
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