Fanny Bernal * fannybernalorozco@hotmail.com
El ser humano es dueño de sus ideas, pensamientos y actos. En muchas ocasiones lo que piensa y lo que hace está íntimamente ligado con las relaciones que teje con otras personas y el mundo que le rodea. Esto también se relaciona con las vivencias actuales y ese entorno no tiene en cuenta los valores y la ética como características fundamentales en la socialización del ser humano, ni en cada una de sus acciones.
Ante tanta noticia acerca de la corrupción, surgen varias preguntas:
-¿Se puede caer tan bajo y no sentir vergüenza?
-¿Es más importante para algunos la arrogancia que la dignidad?
-¿Qué idea de ciudadanía tiene una persona de estas?
-¿Cómo logran trepar tan alto y tan rápido?
-¿Quizás lo esencial para ellos es carecer de escrúpulos?
Interrogantes que no tienen respuestas contundentes ni satisfactorias, porque día a día aumentan a tal punto la oscuridad, la mezquindad y la confusión, que esta podredumbre se está convirtiendo en un asunto como ‘para coger con pinzas’.
Llama la atención en lo que quedan las amistades. Los que antes eran tan íntimos, tan compadres, que aparecían en las páginas sociales, sonrientes en cócteles, paseos, condecoraciones y haciendo alarde de sus logros, hoy son enemigos acérrimos. Los unos traicionan a los otros y viceversa y quedan al descubierto cómo los favores, las intrigas, los regalos, las influencias, la codicia, la mentira, el irrespeto, el desparpajo y los hilos del poder, fueron y continúan siendo movidos con astucia y destreza. La estrategia es: yo te delato, y así me cuido…
-Y entonces, ¿a quién creerle?
-¿Cómo recuperar la confianza?
-¿Cómo desanudar tantos nudos, tantas trampas?
Y a la sazón, se dictan nuevas leyes, se hacen reformas a los códigos, tal vez con la idea de detener tanto desmadre. Sin embargo, quienes las promulgan, no se han dado cuenta de que estas nuevas normas no hacen mejores ciudadanos y lo único que muestran es que hay límites que no se deben cruzar, pero solo hasta ahí llega su tarea. Mientras tanto en colegios y universidades, la educación en valores y en ética, es vista como una perdedera de tiempo.
Acertadamente la profesora Adela Cortina, en su libro Ciudadanos del mundo, habla de lo fundamental que es educar en los valores que forman parte de una ética cívica: libertad, igualdad, tolerancia (lo que ella denomina, respeto activo), solidaridad, dialogo, valores, porque de ellos, se desprenden la honradez, la lealtad…entre otros.
Para asumir de manera clara los valores y la ética, hay que desarrollar la autoconsciencia y estar atentos de manera comprometida con las acciones diarias, así lo afirma la profesora Cortina en el libro ¿Para qué sirve realmente La Ética?. Ella sostiene que hay que autovigilarse e invita a observarse, aunque no basta este gesto para darse cuenta de la inmensa responsabilidad que se tiene, cuando hay decisiones y actos que afectan a toda una sociedad, como en estos casos de corrupción, que promueven y aumentan la desconfianza y el descrédito.
Para vivir en un mejor país no es suficiente con promulgar leyes y prohibiciones. Lo fundamental es -entre otros asuntos- enseñar y asumir desde la niñez que formar en valores y en ética es imperioso para aprehender que el estado somos todos y no es un botín para saquear, como lo piensan muchos.
* Psicóloga - Docente Universidad de Manizales.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015