Fanny Bernal * liberia53@hotmail.com
Se dice que por cada persona que fallece, en promedio, hay quince o más en duelo. Quienes extrañan a su ser querido, están en pena, desconsolados, con miedo, desasosiego y viviendo una gran incertidumbre.
Cuando la muerte toca a la puerta, altera la vida cotidiana, genera caos, dudas, preguntas, amargura, inseguridad, soledad, entre otros. Un instante basta para transformar el presente y afectar el mundo personal, familiar, las relaciones, las ilusiones, los proyectos, en fin, todas las esferas del ser humano, fundamentalmente cuando se trata de un país como el nuestro, que vive cotidianamente en la realidad de las furias y las tristezas, como diría Mauricio García Villegas.
El duelo es un proceso psicológico y cognitivo, que implica desorganización, reorganización, quiebres, reparación, recuperación; en el cual los dolientes, a pesar de la pena y las circunstancias que rodean la muerte, poco a poco se deben ir adaptando a la nueva realidad, aceptando la ausencia, e ir paso a paso dándole nuevos giros y sentidos a sus vidas.
Y aunque lo anterior parece fácil, no obstante hay que hacer énfasis en que es necesario e imperativo, hacer acopio de grandes dosis de responsabilidad, coraje y voluntad de cambio, para andar este camino y tramitar el dolor. La realidad de las violencias, los dolores y los duelos acompañan el tránsito de los años, negándose a salir de la escena cotidiana.
El 2020 fue el año en el que no solo emergieron la covid-19, la pandemia global, el confinamiento social; sino que también se amarró y prolongó en el 2021 la resonancia profunda de los asesinatos de líderes sociales y ambientalistas, además de cientos de defensores de derechos humanos, aumentaron las masacres, los feminicidios, las desapariciones forzadas y extrajudiciales y los homicidios de reinsertados firmantes del Proceso de Paz.
Así mismo, aumentaron las muertes por otras enfermedades no solo físicas; sino las de carácter mental y social, como los suicidios por quiebras económicas, desempleo, agobios de sobrevivencia, igualmente se han incrementado las muertes por hambre y accidentes de tránsito, todo ello nos muestra una dramática realidad que hace evidente otros duelos.
Afirma el psicólogo Paulo Daniel Acero que en un análisis realizado en 2016, en una de las más grandes funerarias de Bogotá, con 36 salas de velación, arrojó que al hacer seguimiento durante un mes, asistían en promedio -por cada servicio funeral- unas 35 personas. Es decir, que por cada fallecido tendríamos unas 35 personas en proceso de duelo.
Las muertes por la covid-19 en Colombia superan las 55 mil personas. Si a esas se le suman los datos de las otras muertes, piensen ustedes, en este momento: ¿Cuántas personas se encuentran en duelo?
* Psicóloga - Docente Universidad de Manizales.
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