Fanny Bernal Orozco * liberia53@hotmail.com

No se requiere ser experto en armas o especialista en estas, para saber y sentir que en Colombia, muchas personas usan artefactos poderosos para amenazar, señalar, juzgar, insultar, denigrar, humillar, poner en peligro a otros; además de que esto se hace de manera cotidiana sin que en las personas que las usan se asome el más mínimo gesto de vergüenza, arrepentimiento o remordimiento, peor aún, se jactan de lo que dicen, además encuentran quien los aplauda, los azuce y los estimule.

Esa poderosa arma se llama la palabra; y así diariamente se oyen discursos de exclusión, odio, rabia, envidia, discriminación, segregación; no hay filtros, no existen precauciones para su uso, se vale todo, las mentiras, los chismes, las ficciones, las palabras disfrazadas, en fin, los eufemismos.

La consigna es herir, destruir, opacar, perjudicar, invisibilizar, zaherir a través de la palabra que se dice y se replica con la intención de vulnerar y lesionar, e incluso de matar socialmente a otros.

Verdaderas batallas se promueven a través de la palabra, las cuales se leen y se escuchan cotidianamente, en las redes sociales, la prensa escrita, radial y televisiva; es como una competencia, para ver quién insulta más y hace más daño, y así, mientras unos matan con pistolas, cuchillos, bombas, fusiles y hasta venenos, otros muchos, laceran y asesinan con la palabra.

Los discursos de maldad y destrucción se manifiestan y multiplican de manera constante; lenguas afiladas, palabras mortíferas, gestos y ademanes injuriosos, generan efectos devastadores en una sociedad que no avanza, ni aprende y mucho menos desarrolla tareas de reflexión, sanación y reparación.

El uso de la palabra y el lenguaje que se emplea, las gesticulaciones, el tono, dan cuenta de cómo es una persona en su mundo emocional, en sus valores y virtudes personales. Quiénes lo único que saben es expresar sus frustraciones, resentimientos y rabias y difundirlas sin filtros, no han aprendido a auto-regular sus emociones, están como en kínder emocional y demuestran con ello el caos y oscuridad de su mundo interno.

Causar dolor, generar sufrimiento, tormento, es el objetivo de estas personas, quienes al parecer no conocen otro lenguaje diferente al insulto, la ramplonería, y la vulgaridad; quizás sea esa su esencia personal, y vinieron a este mundo solo a sembrar dolor y sufrimiento por dónde caminan, y contribuir en nuestro país a multiplicar el odio y la violencia, a través del uso de armas tan poderosas como son la palabra y el lenguaje que se utiliza.

* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.