Fanny Bernal * fannybernalorozco@hotmail.com
Los valores personales ayudan y fortalecen al ser humano en la construcción de identidad, en un mundo cada vez más cambiante y con demasiadas incertidumbres; en el que no siempre es fácil mantener la confianza y la seguridad emocional.
Da la impresión de que se camina por arenas movedizas. Un día las cosas son de una manera y, seguidamente, se presentan otras posturas, las cuales se asumen sin atisbos de análisis ni reflexión. Es la época de la impermanencia.
Actualmente en nuestra sociedad, cobra excesivo valor el consumo de toda clase de cosas y, de manera especial, en asuntos relacionados con la belleza. Se invierte tiempo y cantidades de dinero para embellecer el cuerpo, la piel, diseños de sonrisa, conseguir o mantener determinadas medidas.
Curiosamente esos tiempos y ese dinero, no son proporcionales con los gastos destinados al cuidado de la salud física o mental. Ser bonitos -de acuerdo con unos estereotipos preestablecidos- es un afán, es una meta. Ahí están centrados la mayoría de los valores más importantes en la vida de hoy.
Surgen algunos interrogantes:
- ¿Qué lleva a que ser bellos sea el principal compromiso de algunos seres humanos?
- ¿Hasta dónde se puede perder o ganar identidad a través de la belleza?
- ¿Es la belleza lo que genera la confianza en alguien?
- ¿Este será el mayor compromiso que se tiene en y con la vida?
- ¿Será que así se fortalece la autoestima?
Quizás sean preguntas difíciles de responder. Casi nadie piensa en contestarlas, pues para qué. Hoy las tallas, las medidas que imponen los denominados 'gurús' de las modas y la nutrición llenan páginas enteras, aunque muchos de sus autores no sepan acerca de los temas que tocan. Eso les importa poco; mientras haya incautos que corran a hacer lo que les dicen o leen, sin detenerse a pensar, observar, reflexionar o dudar.
Otro de los consumos innovadores -y hoy casi que imprescindible para muchos- está relacionado con el uso del celular. Por medio de este adelanto tecnológico, se hacen negocios de toda índole, se conocen otros mundos, otras ideas, es sencillamente asombroso.
Sin embargo, no obstante tanto adelanto, tanta innovación, se cumple lo que ya predica la filosofía popular: ‘Los celulares acercan a los que están lejos y alejan a los que están cerca’.
El celular y todo lo este que ofrece en las redes sociales ha llevado a que familias (parejas, hijos, amigos, compañeros, etc) prefieran pasar más tiempo de cara a la pantalla, que hilar una conversación con sus seres queridos. Hay quienes parecen hipnotizados, mejor decir ‘embrujados’.
Sí, no cabe la menor duda, los valores se han transformado y en ocasiones tergiversado. Sin embargo, aún podemos hacer esfuerzos para cultivarlos.
No es tarde para volver a mirarse en los ojos de los otros, para acercarse físicamente, para contemplar un atardecer, percibir el trino de los pájaros, el murmullo del viento, para escuchar con atención y empatía, para disfrutar de la cercanía, de tal forma que se restablezcan las conversaciones, las tertulias, los recuerdos, la risa y la seguridad que emerge del afecto compartido.
Los valores no son un asunto del pasado, siempre es importante reflexionar acerca de cómo estos hacen parte de todos los comportamientos, pensamientos y acciones del ser humano.
Por ello, vale la pena detenerse a pensar acerca de si en la tarea de ser más humanos hay que invertir en los valores o dejarlos de lado. ¿Qué opina usted?.
* Psicóloga - Docente Universidad de Manizales.
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