Esteban Jaramillo
@estejaramillo
Da muestras inequívocas de sus conocimientos, Diego Corredor, el joven entrenador del Once Caldas. En los partidos dirigidos desde su llegada, con excepciones cuando probaba para barrer estrellas en declive, descartar la desidia o consolidar valores, ha estado cerca de la victoria.
Sus caídas, o las de su equipo, han sido consecuencia de errores puntuales, comunes desde el comienzo de año, en una nómina sin compromiso, desarraigada, sin alma competitiva. El derecho de piso del estratega.
A Cardona, lateral por izquierda, lo alineó dotándolo de confianza, para relevar el torrente de errores de sus antecesores. A Mejía le dio charreteras como capitán, con libertad para su enjundia y la claridad de su juego. A su lado, Quiñones, un medio tapón que se da largas en tareas creativas con el consentimiento del entrenador. Qué golazo el del lunes, con destreza técnica.
A Estacio lo rescato del ostracismo, cuando ni los dirigentes le daban esperanzas. A Ménder le dio continuidad y a Carreazo le asignó funciones específicas, para evitar su desorden.
No depende de Pérez, aunque es el goleador; ni de los veteranos como Otálvaro, con sus movimientos de tortuga, en contravía del ritmo con el que en la actualidad se juega.
El equipo tambaleante e inoperante que recibió, lo ha transformado, lentamente, para huir del incendio, reconocidas las limitaciones de su nómina, la que necesita serios ajustes para aspirar y competir en plazo corto.
La crudeza de los números descalifica y aventura oscuras proyecciones. Pero los chicos que hoy juegan nada se guardan. Son combatientes, presionantes, verticales, le dan velocidad al entusiasmo y no dan balón por perdido. Puestos a prueba, se ven deseosos de mostrar quienes son y para donde van como en la inobjetable victoria ante Santa Fe.
Como "con lágrimas no se curan las heridas", sino con goles y triunfos, urgente es mirar con lupa los refuerzos con aventajadas estrategias de mercadeo. Sin depositar la confianza exclusivamente en el mandamás del Club, al que no le rebosan los conocimientos. Para colmo, desde los palcos se desprecia la crítica así sea constructiva, apoyados los dirigentes en que sacaron el Club de la pobreza financiera, pero lo llevaron a la ruina deportiva.
Son varios los nombres como refuerzos, que se citan en medios públicos, en una supuesta lista de preferencias, muchos de ellos sin garantía.
Ya es hora de buscar soluciones y no justificaciones. De asignar responsabilidades, sin debilidad en las propuestas. De convencer sin insultar como ocurre fecha a fecha desde la tribuna de la presidencia.
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