Esteban Jaramillo
@estejaramillo
Prometedor en su fútbol, pero con dudas en su edad, llegó el volante destructivo Jesús Marimón, con 16 años, al Once Caldas en 2015. Pasaron los años y no cuajó.
Su empresario, buscando protagonismo, logró una entrevista para Marca de España, en la que se ponderaban sus inexistentes condiciones, titulada "la Perla del Once Caldas que sigue el Real Madrid".
Tremendo despropósito justificado en la amistad entre cronista y representante.
Peregrinó Marimón por equipos sin categoría hasta llegar al Chankas de la segunda en Perú, donde juega hoy. La historia se repite.
Abandona la realidad y entra en la ficción el presidente del Once Caldas, exhibiendo orgulloso un artículo, del mismo periódico, en el que se destaca el trabajo formador de su equipo, exaltando nombres sin consagración y con discutidas aptitudes.
No ha sido el Once Caldas, históricamente, formador o vendedor de jugadores, con excepciones. Hay otros clubes más rentables, en ese aspecto, con mejor trabajo en las bases, con la indicada selección de sus entrenadores, calificados en la academia y en la experiencia, que ejercen sin padrinazgos.
Gestor de este proceso fue, al comienzo, Felipe Paniagua, despedido luego con desconocimiento a su labor en la proyección de valores, cuestionado por sacar provecho personal en el mercado de futbolistas.
En sus manos creció Óscar Estupiñán, a quien por poco licencian por una hernia de disco”, que parecía crónica. Resistido y transferido al exterior por la crisis económica.
Por la misma época se presentó Luis Sinisterra de la mano de su madre Leticia. Duró poco, transferido luego con celeridad, a bajo precio, pese a su exuberante calidad.
Carbonero llegó por recomendación del propietario del equipo, Jaime Pineda. Lo vio Ancízar Valencia, cuando trabaja en inferiores, en una finca de propiedad de Raúl Giraldo, accionista del Medellín. Johan es la última venta millonaria que significa poco a la hora de remodelar la nómina.
Asegurar que Dannovi Quiñonez y Robert Mejía fueron formados en el Once, es faltar a la verdad.
Quiñones fue extraído de un club local y Mejía llegó con experiencia de un año en la categoría B.
Ménder Garcia no es realidad, pese a su edad, aunque crece como goleador; Carreazo se extravió en los laberintos de la inmodestia, con irrelevancia en su juego y queda en libertad con rebeldía; A Beltrán solo lo miran para juegos amistosos y Cardona está en obra negra, aunque con aptitudes para mejorar.
No todo lo que brilla es oro.
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