Recientemente, varios amigos que han visitado a Barranquilla y a Medellín me han comentado la gran diferencia existente entre esas dos pujantes urbes y nuestra querida Cali, lo cual se debe al hecho de que en los últimos años esas dos ciudades han tenido en general buenos administradores, en contraste con lo que nos ha pasado a los caleños, ya que con dos honrosas excepciones, en los últimos treinta años, nuestros alcaldes han dejado mucho que desear, no solo por ser incompetentes, sino también por ser muy poco éticos.
Por eso, varios de ellos que antes andaban en vehículos de bajo costo, hoy en día circulan en camionetas blindadas de alta gama y algunos inclusive con escoltas, lo cual es difícil de explicar con los salarios que reciben los funcionarios públicos en nuestro país.
En varias oportunidades he escrito artículos sobre la importancia que representa para un país, así como para sus regiones y ciudades, contar con buenos gobernantes, como lo narran muy bien los autores del libro “Por qué fracasan las Naciones”, en el cual se describe con toda claridad como los países que han tenido la mala suerte de ser gobernados por personas ególatras, incompetentes y además corruptas, que se aferran al poder para enriquecerse a costa de empobrecer a sus conciudadanos como viene ocurriendo en varias naciones de nuestro vecindario, así como en el nuestro, pues infortunadamente la elección popular de gobernadores y alcaldes, que en principio creíamos que era una buena forma de democratizar más al país, resultó ser contraproducente ya que personajes poco escrupulosos se adueñaron de varias departamentos y municipios, como nos ha ocurrido en Cali.
Un ejemplo de la falta de gestión a la que me refiero es a la inexistencia de las vías requeridas para que los caleños nos podamos trasladar de un sitio a otro de la ciudad con cierta celeridad, y no como ocurre actualmente cuando trasladarse del sur hasta el oeste puede tomar alrededor de una hora y si se desea seguir hasta el norte se deben agregar otros veinte o treinta minutos, dependiendo la hora en la cual se esté movilizando.
Lo anterior le resta por supuesto eficiencia tanto a nuestros trabajadores como a quienes ejercemos actividades empresariales, por el tiempo que debemos dedicar a trasladarnos desde nuestros hogares a los sitios en donde trabajamos, lo cual conlleva a una menor competitividad de las empresas aquí establecidas.
Pareciera que muchos de nuestros alcaldes no se dieran cuenta que en Colombia se venden anualmente entre 250.000 y 300.000 vehículos nuevos, de los cuales aproximadamente un 10% se comercializan en Cali, lo cual quiere decir que cada mes un poco más de 2.000 de estos entran a engrosar el parque automotor de nuestras ya congestionadas vías, a lo que se suma el mal estado de muchas de ellas, ya que la tan cacareada labor de reparcheo anunciada por la actual administración municipal marcha a paso de tortuga.
Por lo anterior reitero lo que ya he mencionado anteriormente y es que las ciudades, al igual que las empresas, requieren de administradores competentes y honestos para progresar.
Un claro ejemplo de lo anterior es el de la empresa Fabricato, que con el cambio de la anterior administración, este año comenzó a generar utilidades ¡por primera vez en 50 años!
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