Elizabeth Ortiz Palacios * saludablearas@yahoo.com.co
Cada vez, con más frecuencia, escuchamos "soy alérgico a tal o cual alimento". Hay cifras sobre ello, las alergias alimentarias -en lo global- tienen una prevalencia estimada del 4 al 6%, en niños; y del 1 al 3%, en adultos; según la Organización Mundial de Alergias (WAO), por las siglas en inglés.
Al menos 250 millones de personas las sufren. Algunos pueden enfermarse tan solo con tocar u oler los productos. Otras, en cambio, comerlos puede causarles la muerte. El origen de esas alergias gira alrededor de ciertas condiciones de cada región como la cadena alimenticia, la zona geográfica y la variedad de alimentos y su preparación, esto comprendido como el estilo de vida.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) identificó, hasta el momento, cerca de 70 alimentos que dan lugar a las alergias más frecuentes. Entre ellos se cuentan los cereales, los huevos, el pescado, los mariscos, la soya, la leche, los frutos secos, algunas frutas y verduras.
Las alergias y las intolerancias tienen puntos en común, pero no son iguales. Las primeras son una respuesta inmunológica alterada a los alimentos, que generan algunas personas. Las intolerancias, en tanto, afectan solo a un número reducido de personas y se originan como una respuesta particular a un alimento. En este caso, la anomalía se debe a un desorden en la digestión o el metabolismo, bien sea por déficit enzimático o por una susceptibilidad particular frente a ciertos componentes.
El ejemplo más notable de la diferencia entre ambas lo encontramos con la leche. Hay personas que presentan alergia a la leche, porque su sistema inmunitario ha generado anticuerpos frente a determinadas proteínas de los lácteos. Los intolerantes, por su parte, carecen de la lactosa intestinal, la enzima que digiere la lactosa, de manera que al tomar leche, este azúcar no es adecuadamente metabolizado por las células del epitelio intestinal y aparecen reacciones adversas en el organismo.
Otro ejemplo es el del gluten, que es considerado un alérgeno de los cereales. Esto puede confundirse con la enfermedad celiaca, condición del sistema autoinmune que consiste en una enfermedad intestinal causada por la mala absorción del nutriente. Puede causar diarreas continuas, colon irritable, anemias, osteoporosis, fatiga crónica, úlceras gástricas, ansiedad, depresión, entre otras.
Las alergias alimentarias pueden superarse. Hasta el momento las pruebas clínicas han señalado que en un lapso de tres a seis meses el organismo desarrolla tolerancia y la persona puede volver a consumirlos, aunque solo en cantidades moderadas. En los niños y adolescentes pueden desaparecer durante su crecimiento.
Existen alternativas de alimentación para afrontar el proceso. Si alguien es alérgico al huevo, pero no a la leche o a la carne, puede tener una dieta con alto valor biológico. El trigo puede reemplazarse por otro cereal como el arroz. Es recomendable una revisión médica para que el alergólogo indique qué alimentos las producen y plantee un plan nutricional adecuado.
* Nutricionista y dietista clínica de la Universidad Nacional de Colombia. Educadora acreditada en diabetes.
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