Hoy termina la reunión de mitad de año de la Conferencia Episcopal Colombiana (CEC) que en forma virtual se ha realizado congregando a los obispos de las 82 diócesis, vicariatos y arquidiócesis del país.
Todos los responsables de la vida cristiana de Colombia han estado deliberando estos días en revisión sobre el camino de las comunidades creyentes en Cristo, y su obra de liberación y salvación de la humanidad; de norte a sur, de oriente a occidente todo el país ha estado presente con sus representantes de la vida eclesial.
El virus covid-19 ha sido tema evidente en esta reunión, pues los cambios que ha ocasionado son palpables y han cambiado el panorama normal de la práctica de la fe: Semana Santa atípica, templos y salones de reunión cerrados, parroquias en aislamiento y soledad, aumento del desempleo, crisis económica a todo nivel, inseguridad en cada corazón, visión borrosa del futuro.
De qué manera vamos a salir del encierro, la familia saldrá fortalecida o en crisis, cómo será la reintegración de los desempleados, de los que han cerrado sus negocios por emergencia económica; todos estos problemas y muchos más han surgido en las deliberaciones y reflexiones de la CEC.
Preguntas como si hemos crecido en la oración personal y familiar, o por el contrario hemos vivido “como si Dios no existiera”; interrogantes sobre el por qué siguen cerrados los centros del culto (Templos y salones) mientras todo lo demás tiene permiso de apertura, todo ello está en proceso de respuesta.
Por fin caeremos en la cuenta de que dejar a un Iado a Dios y su creación es perjudicial y trae mutilación al actuar humano, que la solidaridad y caridad que son centrales en el Evangelio se han presentado en este tiempo como necesidades vitales para quienes “viajamos en el mismo barco”, como dijo el papa Francisco.
La CEC nos invita a seguir en la nave del Señor, a seguir avanzando sin miedo, pero en solidaridad, a mermar la violencia como expresión y pasar a la propuesta y cooperación como vías para transitar en la nueva etapa que nos presenta la historia. Es hora de fraternidad universal ya que todos hemos sido afectados por el mismo virus letal.
Un creyente debe saber que lo maravilloso es posible, que la recuperación es tarea de todos... que en el camino común las conquistas de avance son posibles. Enseñanzas del virus en la CEC.
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