Resuenan para siempre las palabras de Cristo a Pedro: “tú una vez convertido, confirma a tus hermanos” (Lc 22,32); nunca olvidó Pedro estas palabras y en Antioquía, Jerusalén, Cesarea, Cafarnaum y Roma fue cabeza de la comunidad naciente llamada la Iglesia de Jesús, los cristianos.
Sucesor de Pedro, el papa Francisco vino a confirmar la Fe nuestra hoy en medio de realidades concretas como un proceso de paz incipiente, una corrupción monstruosa, una falta de compromiso letal y una tibieza y mediocridad que frena el ímpetu evangelizador y la fuerza del Reino de Dios.
Como quien pone un buen marco a un bello lienzo, el papa colocó en cuatro pasos el marco para construir una vida mejor: en las cuatro ciudades que visitó resaltó los cuatro puntos básicos de su visita pastoral que invita a dar el primer paso que nos saque de la mediocridad cristiana.
En Bogotá dejó claro que la vida es la base de la existencia, que vivir tiene un sentido y para ello invitó a los gobernantes del país, a los obispos, a los jóvenes y a los ciudadanos en general a defender la vida, impulsarla en el amor y la justicia, en no dejarnos quitar la alegría y esperanza, en mirar el desarrollo vital desde la cuna hasta la muerte; se hizo eco de San Ireneo quien afirmó que “la gloria de Dios está en que el hombre viva”, posea oportunidades, guste de los pasos bellos de la existencia; con sus palabras y sus gestos dejó la vida palpitante de emoción dejando el eco creciente “vale la pena vivir en Dios”.
En Villavicencio, puerta al Llano y a una región azotada por la violencia sangrienta pero pletórica de belleza ambiental y humana, el papa reconoció que la vida trae límites, tropiezos, heridas y desalientos y por ello hay que restaurarla con el perdón, la reconciliación, los gestos de amor; resaltó cómo la natividad de la Virgen María fue aurora de salvación por ser ella vientre de Jesús, Salvador universal; así cada creyente hoy debe como ella anuncio de perdón y paz, restauración de bondades y ternuras que hagan la vida agradable y bella como la hace Dios.
En Medellín, fuerza de avance y creatividad, el papa invitó a todos a ser útiles en la vida siendo discípulos misioneros que lleven con gozo el Evangelio a todos; nadie es inútil para Dios, cada uno tiene un papel y misión en la vida; sacerdotes, consagrados, religiosos(as), familias y laicos comprometidos son fuerza de vida nueva; es un llamado a vivir la vocación propia con pasión y responsabilidad.
En Cartagena puso el cuarto segmento al cuadro vital: la vida es bella pero es débil, a veces y necesita ser restaurada; así renovada debe ser vida comprometida en favor de los demás y todo ello tiene su expresión en la defensa de la dignidad humana, en el reconocimiento de los derechos humanos hechos posibles sobre todo para los más marginados de la tierra; como Pedro Claver en Cartagena, cada uno debe trabajar por la dignificación de todos. Vino el papa a confirmar y fortalecer la Fe.
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