Al terminar un partido de fútbol, tras el pitazo final, no sería equilibrado que un comentarista deportivo enfocara su visión solo en uno de los dos tiempos jugados demeritando el equipo porque tuvo un mal primer tiempo, por ejemplo, así haya jugado bien el segundo período; estaría fuera de contexto, ya que es lo lógico que enfoque todo el partido, pues lo importante es que revisó y mejoró su técnica deportiva.
Me parece que algo similar pasa en los comentaristas de algunos tópicos o sucesos de la historia; por ejemplo, es ya repetitivo el que se juzgue a la Iglesia Católica de impositiva o violenta, recordado espacios como la Inquisición o la noche septembrina, o el índice de libros prohibidos, olvidando la superación en los puntos de vista y el contexto histórico que se vivía en la época de los sucesos.
Por ejemplo, es cierto que en la conquista española se vivieron hechos nada halagüeños de violenta posesión de tierras y de mal trato a los pobladores del nuevo mundo descubierto, pero es verdad también que las leyes de la época daban carácter de posesión a los conquistadores que invadían tierras que se consideraban propiedad de reyes europeos, que se pensaba que el pensamiento del viejo mundo era el único verídico, y por lo tanto su aceptación se tenía como un beneficio que respaldaba la imposición de nuevo gobierno, leyes y medidas.
Es claro que todo esto no se realizó sin enfrentamientos, no solo entre nativos e invasores, sino que en las aulas del pensamiento teológico y legal se tenían intensos debates sobre el valor ético y justo de tales medidas.
Además, deja una sensación de interrogante el que solo para los dogmas religiosos se hable de imposición, y no se diga lo mismo de la imposición por guerras, encierros, expulsiones y paredones de ideologías políticas y económicas a nivel mundial y latinoamericano; falta de tolerancia.
Es verdad que se ha realizado una buena revisión de aquellos acontecimientos de la historia que ahora se ven anacrónicos y no muy acertados, de los cuales se ha pedido el humilde perdón y tomado las medidas para ir superando las consecuencias negativas.
Personalmente no deseo quedarme, en honor a la verdad, solo en esos hechos no muy afortunados, sino que miro la actividad de acción iluminativa y amorosa que la religión lleva entre los pueblos, ya sea organizados o bien en ascenso en las actuales horas de nuestra historia.
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