El grafiti se instituyó para ser mensaje corto y ojalá artístico; la verdad es que ha dado un vuelco a veces no muy bonito, algo así como la salsa que se convirtió de paso rítmico y agitado a ser malabarismo y acrobacia, perdiendo su carácter popular para pasar a los escenarios de competencia .
Hoy se estilan grafitis ilegibles, insultantes grotescos, rayones que dañan edificios, casas, paredes, muros y afean en vez de embellecer; en las recientes protestas untadores de paredes que no grafiteros llenaron los CAIS de letras llenas de odios y deseos destructores; cómo se añoran los buenos grafitis.
Entre los buenos, recuerdo hoy uno que tiene trasfondo bíblico: “parar... para avanzar”; el pueblo de Israel en su Éxodo de años ha da paradas después de largas jornadas; eran necesarias para revisar, arreglar, descansar, escuchar realizar el culto a Dios unidos todos los clanes y familias; así entre etapa y etapa avanzaron, planearon y llegaron a la tierra soñada.
Hacer un paro pacífico, un plantón con lógica e ideas proyectivas, una revisión conjunta para encauzar fuerzas y aclarar caminos, para disipar nieblas y abrir claridades, proponer caminos e indicar senderos, todo ello es saludable, útil y necesario, sobre todo cuando se acompaña de ímpetus de edificación, pacificación y fraternidad.
Los desmanes que se han visto tienen un transfondo más destructivo que edificativo, sin ninguna apertura hacia el diálogo, el arreglo, la corrección, el acercamiento; esos no son paros sino manifestaciones de vandalismo, ira, ánimo destructor, odios sin cauce.
Hay que parar... hacer altos en el camino, revisar y proponer; Jesús de Nazaret cada que iba a realizar un hecho significativo o lanzar una bella programación hacia el Reino de Dios pasaba horas en oración, en silencio, en serenamiento vital, hacía un parada en el camino para elevar el mundo.
Hoy a nivel colectivo y personal se necesita parar para avanzar: el diálogo sereno en familia, el conversatorio sincero, la revisión humilde, el sentarse juntos para compartir y hasta reir un poco y sobre todo crear espacios para la oración personal o colectiva son inyecciones para avanzar saludables.
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