Nos ha tocado despedir a personas entrañables sin poder acompañarlas en el rito final orante ni a sus familiares darle el gesto de afecto; nos planteamos el impacto que esta pandemia del covid-19 va a tener en la marcha de la civilización y sus expresiones religiosas, ideológicas, tecnológicas y anímicas.
Por ello me parece útil mirar las expresiones de un hombre que vivió la presencia de la muerte en las guerras de 1914 en Europa, del 1936 en España y 1945 con el brote del nazismo y la guerra causada con explosiones de destrucción, violencia, miedo y odios.
Quiero exaltar la figura de Thomas Mann; nacido en Alemania y testigo de las experiencias bélicas antes citadas, tiene que salir exiliado de su patria y aprovechando la profundidad de su expresiva pluma literaria se decide a comunicar su pensamiento reactivo y a la vez iluminador ya que se aleja del odio y de la repetición de los hechos sangrientos vividos.
En 1901 escribe “Los Buddenbrook”, en 1903 “Tonio Kroger”, en 1913 publica “Muerte en Venecia” que luego es llevada al cine con gran éxito, en 1950 saca a la luz “El elegido”, en 1947 deleita con “El doctor Fausto”.
En 1929 se le reconoce su labor literaria al ganar el premio Nobel de Literatura. Muere a los 80 años, en Suiza, el 12 de agosto de 1955 siendo enaltecido por su brillante trayectoria, pero su obra cumbre “La Montaña mágica” expresa su elegante manera de escribir una profunda reflexión sobre la muerte y la suerte de la civilización occidental.
Quien desee leer en esta circunstancia de confinamiento, de guarda en casa, de tiempo disponible, esta obra es aporte a la solidez del pensamiento, a la reflexión sobre lo que nos está marcando a diario; la muerte que parece imparable y el interrogante sobre un futuro que llega con mayor pobreza, inseguridad vital, dudas sobre el progreso en salud, educación, trabajo.
Ni miedo paralizante, ni violencia reactiva, ni solo crítica destructiva son caminos que nos permiten avanzar en estos momentos: menos aún anuncios tremendistas o visionarios sin base en la realidad o solidez reflexiva.
Así como Israel encontró en la montaña del Sinaí las normas para crecer, avanzar y vencer, así hoy debemos encontrar una nueva montaña mágica de la cual brote un manantial de fuerza, luz, esperanza y amor.
Aunque nos obliguen a tener cerrados los templos, no podemos olvidar dos montañas que riegan “leche y miel”: el Calvario y el Tabor.
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