Spielberg filmó “La lista” para adentrarnos en el drama vivido por los nominados a entrar a los hornos crematorios y encontrar la muerte por el hecho de creer en Dios o no apoyar el régimen nazi; es sabido que muchos no alcanzan a figurar en aquella lista.
Es lógico que en la lista publicada por La Patria el pasado domingo sobre caldenses sobresalientes en la historia de la región podemos anotar ausencias y silencios; la verdad es que son muchos los buenos caldenses que pueden estar en esa lista. Me atrevo a citar algunos que no figuran, pero sí que lo tienen merecido.
Imposible callar a un hombre cosido a la historia y progreso de la ciudad y el Departamento; me refiero al padre Adolfo Hoyos Ocampo, parte fundamental del salto social, económico y religioso de nuestra raza desde los años 1925; vivió los incendios de Manizales y sacó adelante el reto de la construcción de la Catedral Basílica, obra monumental y símbolo del empuje de esta región ; presidente muchos años de la Sociedad de Mejoras Públicas (SMP) y desde allí lideró para Caldas el reconocimiento de departamento modelo. Manizales se aglutinó para su crecimiento bajo su cayado, como otrora Israel para el Éxodo lo hizo con Moisés.
Otra figura grande, el padre Francisco Giraldo González, orador que movilizaba para grandes pasos como la “casa del pobre” y la atención al mundo campesino; el popular padre Polo fue imán para aglutinar movilizaciones de apoyo a grandes causas y animación popular. El Evangelio expresó con vida vibrante las más bellas páginas de amor como el buen samaritano gracias a la fe y facilidad de palabra de este magno hombre, hijo de antepasados fundadores.
Omitir a monseñor Carlos Isaza Mejía sería borrar páginas de hitos en la educación de la niñez y juventud en la zona norte de Caldas con la fundación de colegios como Pio XI en Aranzazu, Pio XII en Salamina y la Normal en la misma luminosa población. El Gobierno Nacional reconoció su magna obra con la Cruz de Boyacá que en su pecho lució como gratitud hacia un benefactor no sólo religioso sino cultural.
Laicos sencillos y silenciosos como Andrés Felipe Giraldo quien desde una infancia pobre y marginal saca de su corazón el amor de Francisco de Asís hacia la pobreza en el auxilio a los ancianos necesitados y logra una obra “El hogar Francisco de Asís” de resonancia y alivio. Lo mismo habría que anotar con obras de otros laicos que no alcanzamos a reseñar. La lista es grande y bella.
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