Mayo del año 1968 ha quedado como una jornada que marcó el rumbo del mundo; desde el dos de mayo jóvenes de diferentes partes del mundo muchos de ellos estudiantes y otros pertenecientes a movimientos de toma de conciencia sobre las situaciones de la juventud, lanzaron desde París un grito lapidario: "La imaginación al poder"; no basta la técnica ni la economía para dirigir la marcha de la población, es urgente algo más, la creatividad y la inserción de los jóvenes en los organismos decisorios y de actividad social.
Desde el barrio Latino pasando por la Sorbona numerosos manifiestos juveniles hicieron que el 29 de mayo fuera reconocida esa revolución juvenil como una voz que invitaba a tomar en cuenta la juventud ya no como oyente o ejecutora sino como deliberante y gestionadora de vías nuevas.
Años más tarde, también un 29 de mayo, el de 1987, un joven piloto alemán Matías Rust, de diecinueve años, aterrizó con su pequeña avioneta alquilada en la plaza Roja de Moscú, cerca al Kremlin, burlando todas las vigilancias rusas; fue una llamada de atención sobre la osadía juvenil.
Pink Floyd en sus canciones y películas venía presentando la juventud como marioneta de los poderes económicos y políticos del mundo que en la educación y la guerra la exponían a la muerte cortando sus posibilidades de un mejor futuro.
En la Iglesia movimientos como "por un mundo mejor" del padre Lombardi, y afirmaciones como la del papa Pío XII en 1948 quien afirmó: "en el mundo hay mucha gente dispuesta a criticar y condenar a la juventud pero pocas personas que se atrevan a dialogar y trabajar con los jóvenes", fueron tomando conciencia de la importancia juvenil; en todo tiempo la Iglesia se ha preocupado por la formación de la niñez y la juventud para lo cual basta ver el alto número de comunidades religiosas y seglares dedicadas a la educación integral.
El papa Francisco ha publicado como reafirmación de la importancia de la juventud hoy y el deseo de llamarla a la vida del Evangelio la exhortación "Cristo vive" con fecha del veinticinco de marzo de 2019, eco de los diálogos en el Sínodo sobre la juventud de octubre del 2018 en el Vaticano.
Es un llamado a no "balconear" la vida, a no quedarse en la indiferencia o violencia destructiva sino a "formar lío" con una presencia creativa, con Cristo en el corazón, la sonrisa en los labios, el amor en los gestos, la generosidad en las manos y la decisión de "ir a las periferias geográficas y existenciales" en los pies. Es la imaginación y el amor al poder.
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