La paz se ha convertido para la humanidad en un tema constante, en un anhelo de cada corazón porque nadie sensato ama la violencia, el desorden, el odio, la discriminación, el insulto, la calumnia, el asesinato.
La paz brota de un corazón pacificado, lleno de sentimientos de cercanía, diálogo sereno, amor a la verdad, responsabilidad de cada uno, fraternidad, búsqueda del bienestar de los demás no solo de sí mismo, afectividad equilibrada, cambio de mentalidad acusadora o pesimista.
Alguien opina que nadie hace nada para conseguir la paz, que cada año uno solo hace gala de su egoísmo, aislamiento, ganancias personales, acumulación de economía, aplastamiento de los demás, que todo es competitividad, mirada del otro como adversario, expulsión del concepto de fraternidad y cercanía.
Reflexionando sobre la realidad, me parece que esa opinión es miope y mentirosa; gracias a Dios existen muchas personas y corporaciones que laboran por educar, iluminar y crear espacios propicios para la paz.
Al estar en una celebración de la Eucaristía pude vivir palabras y signos de paz: la paz sea con ustedes, se pregonó, dense un saludo de paz, vayan en paz, Cordero de Dios danos la paz, se invitó a dar algo para el llamado canasto de los pobres que luego se reparte para muchas familias en una porción que constituye el mercado semanal.
Fuimos bañados con la presencia del papa Francisco en un ambiente de paz y una invitación a desarmar los corazones; algún guardia estatal me hacía el comentario de cómo en estas multitudinarias concentraciones de fieles no había que examinar a nadie sobre porte de armas, ingreso de drogas ilícitas o dañinas, petardos o elementos explosivos.
Es hermoso ver estas inmensas multitudes para una Eucaristía, una celebración de fe, un rato de oración comunitaria y constatar que ni antes, ni durante ni después de la celebración hay brotes de violencia, riñas, licor, droga, uso de armas, gritos de insulto; solo hay un solo corazón y una sola alma para bendecir al Señor, cantar su Gloria, escuchar su Palabra, abrazarnos como hermanos y salir a pregonar una vida en paz.
“Qué hermosos los pies del que viene a anunciar la paz” dice el salmo en poética expresión y el mismo Cristo invitar a ir de sitio en sitio saludando “la paz entre a esta casa”; desde la fe se nace en la paz de ser hijo amado de Dios y de la familia en la cual se nace como vientre de confortante afecto y al marchar del mundo se dice “descanse en paz”.
Esto me convence que si se trabaja por la paz, que la comunidad creyente sí tiene y vive palabras y gestos que pacifican, que traen la paz a los corazones, a las familias y a todo el ámbito social. No faltará quien saque a relucir las consabidias maniobras vividas en la Inquisición, las Cruzadas, los periodos de violencia entre hermanos ignorando que son hechos puntuales de aplicación del poder y el orden pero no la premisa de una cultura eclesial.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015