Se anota que Jesús de Nazaret afirmó en alguna ocasión: "hay más gozo en dar que en recibir"; es un eco que tiene que ver con las actitudes de placer y felicidad que nos hacen navegar buscando el goce de vivir.
El placer se une a lo pasajero, fugaz, manipulable, emocionante y la felicidad a lo estable, trascendente, ascendente, el placer llega de afuera y la felicidad brota desde adentro como manantial permanente de agrado, fuerza que nadie nos puede quitar; el placer acaba, la felicidad persiste.
El 12 de junio de 1985 después de diez años en estado de coma o casi vegetativo como dicen otros, murió en Estados Unidos la joven Karen Anne Quinley que llegó a ese estado existencial tras haber consumido fuerte dosis de alucinógenos en una fiesta juvenil debido a la búsqueda del placer, jolgorio y risas del momento pero que le sumergieron en un mundo de oscuridad hasta su muerte juvenil; doloroso pero real.
Como otra cara, espacio de felicidad y sana convivencia, emoción de trascendencia, juventud disciplinada y productiva vivimos en Manizales el pasados jueves 6 de junio en el concierto sinfónico que llenó de hermosa e inmortal obra musical la plaza de Bolívar y como ruiseñor canoro se expandió por los aires en vaivén promisorio.
Duele que Karen, tal vez mal aconsejada y acompañada haya convertido su juventud en oscuro túnel de agonía lenta; alegra ver esta juventud que nos ofreció tan superlativo concierto de clásica interpretación, elevando el nivel cultural y juvenil de nuestra región cafetera y ciudad universitaria.
Fue una expresión juvenil de alto valor ya que desde la dirección musical, el manejo intérprete de los diversos instrumentos y los coros tanto infantiles como de talentosos jóvenes que dieron alta nota de esperanza y presencia; es la juventud que como dice el papa Francisco "arma lío" constructivo y no se deja robar la alegría y la esperanza.
El placer y la felicidad no son contrarios, sino etapas de la existencia que se deben ayudar mutuamente; el placer buscado por Karen pudo haber desembocado en felicidad pero el exceso le llevó a coartar el paso.
Es verdad: hay más gozo en dar que en recibir, en la felicidad que en el placer.
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