Cuando el papa Francisco escribe su carta con sabor universal para creyentes y no creyentes, de izquierda o derecha llamada “Fratelli tutti” ( todos hermanos ) parece que hiciera eco de lo que fue este terruño nuestro hace más de 171 años, cuando unas familias se posaron como cóndores atrevidos para hacer su nido vital en esta alta cordillera.
Con el tiempo empezaron a progresar, llamando la atención de un país que veía avanzar la pequeña Manizales; tenía sentido comunitario pues pronto empezaron a repartir lotes para cada familia, organizaron la línea directiva nombrando jefes para organización cívica.
Esta raza venida tenía las manos prestas para el trabajo, la mente pronta hacia la creatividad, los labios abiertos a la plegaria divina, al beso familiar, al canto alegre, los pies valientes para abrir caminos; el Templo, la Alcaldía, el centro estudiantil, el hospital, el mercado dominical, las hosterías para recibir los arrieros que por acá pasaban y pernoctaban rumbo al centro del país con inmensas recuas de mulos y bueyes fuertes para la carga.
Por ello a los 51 años de vida cívica esta ciudad fue nombrada sede de una nueva diócesis colombiana: su territorio era extenso cubriendo lo que hoy es Quindío Risaralda y Caldas, eje cafetero de amabilidad inmensa, fraternidad grande, apertura a la comunidad, formadora de personas fuertes y nobles.
La Arquidiócesis en sus 120 años de existencia es indudable que ha acompañado el caminar de este ardoroso pueblo; ha sembrado el Evangelio en todo rincón posible, ha invitado a la convivencia, ha fundado escuelas, colegios y centros educativos mayores, hogares para niños y ancianos desamparados, centros de promoción cristiana y cultural, ofrecimiento de vivienda para los más necesitados, formación catequética permanente a todos en la actividad de sus parroquias.
Desde el nacimiento hasta la muerte cada habitante nuestro ha sido alimentado con la Fe, la Esperanza y la Caridad para hacer lo más amable posible el paso por esta tierra; la presencia sacramental y cariñosa llega a cada hogar con cuidado y afecto.
años que hoy la Academia Caldense de Historia en compañía de las entidades gubernamentales reconoce y agradece por el aporte dado a este querido terruño nuestro. Gratitud a quienes han tomado esta iniciativa noble que muestra cómo “ todos hermanos “ puede encarnarse en gozo.
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