Aunque sinónimos, los verbos ‘tener’ y ‘poseer’ no pueden usarse indistintamente, porque no siempre sus significados coinciden, de tal manera que se puede afirmar que ‘todo el que posee tiene, pero no todo el que tiene posee’. En efecto, cuando El Diccionario le asigna al verbo ‘tener’ veinticuatro acepciones, a ‘poseer’, solamente cinco. Ejemplo patente de esto, la siguiente información de LA PATRIA: “Hoy, con 42 años, Mauri es un entrenador personalizado importante que posee la ciudad” (Equipo Deporte, 8/10/2017). La ciudad no ‘posee’ a este entrenador, simplemente Manizales, por alguna circunstancia de residencia, de trabajo o por cualquier otra, cuenta con él y con sus servicios. El verbo ‘poseer’ viene del latino ‘possidere’ (‘tener en su posesión, ser poseedor, poseer, estar en posesión de; gozar, disfrutar de’). Y ‘tener’, del también latino ‘tenere’ (‘tener, tener cogida una cosa, asir’ y mil significados más, por ejemplo, ‘acordarse, estar convencido de, hallarse situado’, etc.). En la época ignominiosa de la esclavitud, los ‘amos’ eran los dueños absolutos de sus esclavos, de su libertad y de sus vidas, por lo que se podía decir que los ‘poseían’, pues tenían la potestad de hacer con ellos lo que les viniese en gana. Hoy en día, una persona puede ‘tener’ a su servicio a otra, pero no la ‘posee’. Son, por lo tanto, muy distintos, en muchos casos, ‘tener’ y ‘poseer’.
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Ya algunos periodistas se contagiaron de la manera como algunos locutores deportivos se expresan, los que gritan, por ejemplo, ‘Falcao recepciónó el útil por parte de James’ (¡huy!). Uno de esos contagiados, el periodista de Eje XXI que redactó este titular: “En el primer semestre del año se recepcionan 631 casos de violencia contra la mujer” (9/10/2017). El verbo ‘recepcionar’ llegó al diccionario de la Academia de la Lengua apenas en su edición del 2014, pero con una única acepción, ésta: “(De recepción). Transitivo. Argentina, Nicaragua, Perú y Uruguay. Dicho de un aparato de radio o de televisión: Recibir las ondas de transmisión”. Es, por lo tanto, un regionalismo, que no debe usarse con el sentido general de ‘recibir’. Además, como se trata de ‘casos de violencia’ -‘hechos’-, los verbos apropiados serían ‘presentarse’, ‘ocurrir’, ‘darse’, etc.
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En el mismo medio de comunicación leí este otro titular: “Cambios a cuentagotas en el gabinete del alcalde Cardona” (10/10/2017). “Cambios con cuentagotas…”. Y uno de El Tiempo reza: “A cuentagotas, plata de Nación para emergencia de Manizales” (Eje Cafetero, 16/10/2017). “Con cuentagotas, plata…”. ‘Cuentagotas’ (‘gotero’) es un “utensilio, formado corrientemente por un tubito de vidrio con una punta muy fina y una goma en el extremo, que sirve para verter un líquido gota a gota”. Por tratarse de un ‘utensilio’, se requiere la preposición ‘con’ para formar el complemento. La locución ‘con cuenta gotas’ se aplica a la manera de hacer o de recibir algo, con tacañería, lentamente, muy poco a poco. Sustituya usted ‘cuentagotas’ por ‘gotero’, y se convencerá, porque si escribe ‘cambios a gotero’, se dará cuenta de su error. La precisión en el uso de los términos es la única manera de expresar bien la idea pretendida. ¡Sí, señor!
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Otra muestra de la imprecisión en el uso de los términos, la siguiente frase del presbítero Luis F. Gómez: “Sanador frente a tanta herida propinada, tanto dolor acumulado, tanta angustia no elaborada” (LA PATRIA, 16/10/2017). Los dolores sí ‘se acumulan’, pero ni ‘las heridas son propinadas’, ni ‘elaboradas las angustias”. ‘Propinar’, del verbo latino ‘propinare’ (‘beber antes que otro, beber a la salud de alguno, convidar a beber, brindar; ofrecer, entregar, proporcionar’), significa “administrar una medicina, dar un golpe, dar a beber”. Las ‘heridas’ son ‘causadas’ por la ‘propinación’ de un golpe, de una puñalada o de un tiro de arma de fuego. Y las ‘angustias’, por ser pasivas (recibidas), no pueden ser ‘elaboradas’ (‘preparadas, trabajadas, fabricadas, transformadas, forjadas’), sino ‘provocadas, causadas’ por desgracias, problemas o contrariedades de cualquier clase. Ahora bien, la presencia del adverbio de negación ‘no’ indica que la idea que quiso expresar el redactor fue la de ‘angustias no sobrellevadas, no toleradas’, o ‘no comprendidas’, o ‘no esperadas’. Sólo él lo sabe.
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