Desde la vigésima segunda edición del diccionario de la Academia de la Lengua (2001) están los términos ‘compost’ y ‘compostaje’, definido el primero así: “Humus obtenido artificialmente por descomposición bioquímica en caliente de residuos orgánicos”; el segundo, como sigue: “Elaboración de compost”. Esta acción debe llamarse ‘compostar’, verbo que aún no está en El Diccionario, pero que ya empleó, y con una lógica como puños, la columnista María Carolina Giraldo en esta frase de un artículo sobre los amigos del medioambiente:“…se movilizan en bicicleta, compostan sus residuos…” (LA PATRIA, 2/8/2017). Una lógica como puños, dije, porque si existen la acción y el efecto -‘compostaje’-, debe existir su verbo -‘compostar’-, que podría ser definido de la siguiente manera: “Transformar la materia orgánica para obtener el compost, un abono natural (mantillo)”. Si hay neologismos aceptables y enriquecedores, éste es uno de ellos.
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En mis apuntaciones de la semana pasada traje a cuento el atractivo e infinito mundo de los refranes, y afirmaba que la inmensa mayoría de ellos no tiene dueño, aunque algunos sean ‘atribuidos’ a cualquier personaje de la historia. Pues bien, en su artículo del 9 de agosto de 2017, el padre Efraín Castaño le atribuye el proverbio latino “homo homini lupus” al escritor alemán Herman Hesse (1877-1962) en esta frase:“…en telón de fondo pesimista y oscuro sobre la existencia al afirmar que “el hombre es un lobo para el hombre” (LA PATRIA). Otros lo atribuyen al inglés Thomas Hobbes (1588-1679), y no faltan quienes se lo achacan al escritor francés Jean Jacques Rousseau (1712-1778). Pero no, ninguno de los tres, pues ese proverbio es viejo de más de 23 siglos, salido de la pluma del poeta cómico latino Tito Maccio Plauto (254-184 a. de C.), que escribió en la comedia “Asinaria” este verso: “Lupus est homo homini, non homo quom qualis sit non novit” (Un lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, si ignora a su semejante). Notas: 1) “Asinaria: Título (“El precio de los asnos”) de una comedia de Plauto, en la que un esclavo, para favorecer los amores de un hijo de su ama, roba a ésta los dineros de la venta de unos pollinos” (Martín Blánquez Fraile). 2) Si los personajes mencionados citaron el susodicho proverbio, lo hicieron con el fin de sustentar alguna de sus tesis o para ilustrar su enseñanza, no para apropiárselo.
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‘Mejor’ y ‘óptimo’ son, respectivamente, los grados comparativo y superlativo del adjetivo calificativo ‘bueno’. Elemental. Ninguno de los dos puede ser modificado por el adverbio de cantidad ‘más’, como lo hizo con el superlativo el columnista John Harold Giraldo Herrera en la siguiente frase:“…nos deja respirar con tranquilidad, ese ideal, que muchos creen el más óptimo” (LA PATRIA, 9/8/2017). Muchos son los giros que se le pueden dar a esta frase para construirla castizamente, por ejemplo, “que muchos creen el más bueno”, o “que muchos creen el mejor”, también “que muchos consideran óptimo”. En los dos primeros ejemplos, las locuciones ‘el más bueno’ y ‘el mejor’sustituyen prácticamente al superlativo, porque subentienden ‘de todos los ideales’, en el caso que estudiamos. Porque sabemos que, como comparativos, se emplean con la conjunción ‘que’, ‘más bueno que’, ‘mejor que’, locuciones que no expresan superioridad absoluta, como sí lo hacen las que llevan el artículo.
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¡Estas traducciones, por Dios! A la propuesta del dictador de Venezuela para una conversación telefónica con el presidente Trump, “…se le respondió que esto sólo será posible hasta que se restablezca la democracia en el país” (El Tiempo, Efe, 12/8/2017). En castellano, que Maduro y Trump conversarán telefónicamente hasta que se restablezca en Venezuela la democracia. Pero, por supuesto, no fue esto lo que no pudo expresar el redactor (¿traductor?), sino que “esto sólo será posible cuando se restablezca la democracia en Venezuela”. Mejor dicho, cuando San Juan agache el dedo.
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Pie de foto: “La leyenda del Dorado empezó ayer” (LA PATRIA, 31/7/2017). Cuando un nombre propio lleva el artículo determinado, éste y el sustantivo empiezan con mayúscula, por ejemplo, ‘El Cairo’, ‘La Patria’ y, ¡cómo no!, ‘El Dorado’. “La leyenda de El Dorado”. Así.
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