Un año después de la firma del acuerdo de paz Colombia fue el escenario del One Young World Summit, el encuentro de jóvenes líderes más importante del mundo, que reunió a 1.200 jóvenes entre 18 y 30 años de edad de 196 países que desarrollan proyectos de alto impacto, para debatir sobre las problemáticas más relevantes para la sociedad.
En medio de conflictos como la crisis de misiles en Corea y la guerra civil Siria, el principal tema de debate en la octava versión del One Young World, celebrado por primera vez en Latinoamérica, fue la Paz y el rol de los jóvenes en la transformación de una sociedad polarizada y desigual.
Me sumé a la delegación de 200 jóvenes colombianos, representando a Caldas en el One Young World Summit, y encontré en éste un espacio de diálogo abierto y de inspiración, donde la creatividad y la diversidad se convierten en herramientas para resolver los problemas sociales.
Si bien las discusiones orientadas por premios Nobel de Paz, empresarios, científicos y personalidades de diferentes sectores son una oportunidad de aprendizaje; es la interacción con la diversidad social e ideológica lo que representa un espacio para el desarrollo de la paz desde el entendimiento, el respeto a la diferencia y la inclusión, bajo la filosofía de que factores como la raza, la cultura, las creencias, la orientación sexual, entre otros, son expresiones de la esencia que compartimos como humanos.
La globalización representa una oportunidad de apertura a la diversidad social, no obstante, el miedo a la diferencia es una de las causas de los conflictos y radicalización presentes en la sociedad actual.
La posibilidad de discutir con el otro proporciona un espacio para entender su visión del mundo, para valorar, respetar e incluir su opción de pensar y ser distinto, siendo esta la plataforma para generar soluciones a los conflictos que no impliquen las armas.
En este sentido, la paz es una decisión individual que involucra conectarse con el otro y visualizar que existen diferentes formas de ver la misma realidad.
Desde esta perspectiva, el proceso de posconflicto nos compromete como sociedad a reconciliarnos, a reconstruir las relaciones entre las diferentes partes en conflicto y a convertir el dolor generado por más de 50 años de guerra en la fuerza para liderar el cambio.
Sin embargo, el cambio, la transformación en una sociedad equitativa y pacífica, más que acciones masivas, exige decisiones individuales, decisiones diarias que cambien la forma en como nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás, y que generen un impacto en nuestro metro cuadrado -familia, amigos, compañeros de trabajo-, que multiplicado construyan las bases de una sociedad próspera.
Por lo tanto, si usted se pregunta cómo puedo cambiar el mundo, la respuesta será: Ser paz.
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