Lo público es de todos en general y de nadie en particular. En función de nuestro modelo de democracia representativa elegimos a quienes podrían representarnos. ¿Representarnos desde dónde? ¿Con base en qué sustentan sus argumentos, acciones y propuestas cuando están hablando en nombre de nosotros? Ese nosotros, aparentemente colectivo, no lo es del todo. Es frecuente que quien se expresa lo haga en función de su pensamiento (¿De qué otra forma podría ser?), sin embargo, el hablar en nombre de todos tiene sus límites: se habla en función de lo que se conoce, de lo que se comprende y de lo que se ha experimentado.
¿Quién es ese todos del cual políticamente se habla tanto? En ocasiones ese todos se limita a quienes el candidato elegido confía en que fueron sus electores. No existe esa certeza, se cree posible precisar quiénes fueron, dónde estaban y el porqué del voto hacia ellos. Esto no es del todo preciso. Si bien existe partidos o movimientos políticos que cuentan con afiliados, existe también la compra de votos, amenazas para votar, no votar o para votar por alguien en particular. Lo real es que quien es elegido no puede afirmar con certeza quiénes fueron los ciudadanos que votaron por él/ella.
Es importante, por tanto, mantener comunicación constante con la ciudadanía que se cree representar. Ese diálogo continuo implica, además de escuchar de viva voz lo que otros, algunos, ellos y nosotros tenemos para decir de lo que sucede. Es importante reconocer a partir de estudios, de investigaciones, de evaluación y seguimiento que se realizan sobre calidad de vida, qué tantos de nuestros problemas persisten y si lo que se dice realizar, o en este caso, de lo que se dice controlar o realizar seguimiento, efectivamente está generando los efectos que se están buscando como un bienestar para ese mayoría social. Entender cuáles son los problemas de un territorio implica estudiar de manera frecuente, entendiendo en terreno y a través de los datos, de las percepciones y de la teoría qué es lo que se considera problemático.
Quien es elegido es envestido con un mandato que supone, además de sus convicciones, postura e intereses, actuar acorde con el cargo al cual ha aspirado. Es frecuente escuchar el reclamo por la ejecución y por la necesidad de proponer. Aquí habría que hacer una pausa y reconocer la naturaleza de las corporaciones a las cuales se aspira: ¿Es lo mismo aspirar al Senado de la República, a la Cámara de Representantes, a la Asamblea Departamental o al Concejo municipal que hacerlo a la Presidencia de la República, a la Gobernación de un departamento o a la Alcaldía de un municipio? No, no lo es. Los segundos tienen, entre otras funciones, ejecutar. Los primeros realizan, entre otras funciones, control político. En el caso particular del Congreso de la República (Senado y Cámara de representantes) su función principal es realizar leyes, además de sus funciones legislativas, de control político, constituyente, entre otras.
Definir un problema implica destreza. Comprender integralmente qué sucede en la realidad es un proceso de gran exigencia. Por ello, todo aquel que aspira al Congreso de nuestro país, además de tener idoneidad, experiencia, trayectoria, necesita también tener una lectura amplia, profunda y relacional de lo que sucede en el país. La experticia temática es necesaria para dar debates político rigurosos en lo técnico, sin embargo, la lectura comprensiva de la múltiplicidad de formas como se expresa un país (para el caso de los Senadores de la República) o de un departamento (para el caso de los Representantes a la Cámara), necesita una visión holística y comprensión puntual que permita dar los debates, las gestiones y las discusiones públicas de interés general.
Si un problema de interés público es un estado negativo existente en nuestro territorio, ¿Cuáles son esos problemas de relevancia general que nos atañe a todos? Este tipo de preguntas necesitan respuestas precisas por parte de quienes aspiran a representarnos. La necesidad de escuchar lo que se comprende es fundamental para transformar.
Como caldenses tenemos un llamado a participar activamente en los próximos comicios electorales, sólo así podremos dar uso a nuestra voz, es decir, nuestro voto, a partir del cual podemos incidir en la configuración del nuevo espectro político de nuestro país. Las elecciones al Congreso son tan relevantes como la elección presidencial.
Hacemos pues, un llamado desde Manizales Cómo Vamos a que, todos, en función de su propia conciencia, vote por la opción que considera más idónea, con mejor trayectoria para ser merecedor/a de la dignidad que implica ser Congresista. Es un llamado al voto libre, sin ningún tipo de presión, compra o amenaza que ha sucedido en nuestros territorios. Se llega para debatir, para contribuir en la construcción de nosotros como sociedad.
La abstención, si bien es decidir no-participar, esta decisión debilita nuestro sistema. Hace 4 años, según cálculos propios a partir de datos de la Misión de Observación Electoral (MOE), en la Región Centro Sur de Caldas, de 10 residentes aptos para votar, 5 ejercieron su derecho al voto para elegir Senadores de la República y 6 para Representantes a la Cámara por Caldas. ¿Saldremos a votar masivamente para configurar un nuevo Congreso de la República? La respuesta está en cada uno de nosotros.
A salir a votar entonces.
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Recientemente en compañía del Diario La Patria, UMFM de la Universidad de Manizales y la Corporación Cívica de Caldas, realizamos una serie de debates que llamamos Candidatos al Congreso al Tablero. Cinco encuentros que permitieron reconocer trayectorias, experiencias, puntos de vista y gestiones que pensarían adelantar quienes sean elegidos como Representantes a la Cámara por Caldas o como en Senadores de la República. En razón de las elecciones previstas para este próximo domingo 13 de marzo, les invitamos a revivir los debates en https://bit.ly/3HYPkuE
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