Estos desgraciados lo quieren todo. Quieren tu alma y tu vida y tus ahorros y quieren ganar siempre. Y quisieran quedarse también con los más de 200 billones de pesos que tienen en las cuentas individuales de los colombianos que desde 1994 han ahorrado para pensionarse algún día. Las administradoras de fondos de pensiones -AFP- son el peor negocio del mundo, para nosotros los cotizantes, pues para los dueños es el mejor, a costa de nuestra desgracia.
Protección y Porvenir empezaron operaciones como fondos de pensión en 1994, y tienen el 85% de afiliados en Colombia, aunque casi todos esos incautos están ahí porque no se pueden salir a ser parte de las 110 mil personas que en promedio salen cada año despavoridas para Colpensiones. ¡A quién se le ocurre que los bancos se encarguen de garantizar una vejez digna para alguien! Pero ellos, en complicidad con los grandes empresarios del país, hicieron la tarea de recorrer empresas, una por una, para atrapar a sus víctimas, y las hicieron retirar del Seguro Social -hoy Colpensiones- embaucando a muchos que ahora se arrepienten y quieren volver, pero no pueden, pues ni con miles de demandas y tutelas los dejan ir de las AFP ni los reciben en Colpensiones. En 1996 yo estaba trabajando en Casa Editorial El Tiempo cuando llegaron los de Porvenir a darnos charlas mentirosas a los empleados y a convencernos de que tendríamos un mejor futuro si les entregábamos toda la platica ahorrada a ellos. Fui su víctima perfecta. Tenía 30 años y no sabía de pensiones y mucho menos de vejez. Fueron a la caza de los jóvenes, que son los que ahora se empiezan a pensionar y a encontrarse con que la pensión no es vitalicia y es muchísimo menos de lo que pensaron o la que tendrían si se hubieran quedado en Colpensiones.
Yo tuve mucha suerte y logré salirme. Es un hecho que las AFP no protegen la vejez de nadie. Con casi 25 años de funcionamiento apenas han pensionado a unas 67.000 personas. Y ahora resulta que reportan grandes pérdidas, los descarados estos que juegan con los ahorros de la gente en billonarias transacciones en los circuitos financieros internacionales y otras jugadas que de todas maneras serán asumidas por los trabajadores estafados y no por estos banqueros criminales que jamás pierden una.
Me hierve la sangre de la ira cada vez que llaman de Protección a mi hermana Anita a preguntarle estupideces. Poncho, mi sobrino, único hijo, se murió el pasado enero de cáncer cerebral. Duró en quimio dos años y no podía trabajar. Desde entonces se dedicó a solicitarle a estos delincuentes de cuello blanco que lo pensionaran, y no lo hicieron. Sus ahorros de 20 años quedaron en las arcas de esta organización y parece que ahí se van a quedar. Ya han entrevistado a toda la familia y amigos, yo me reuní con ellos en Bogotá y les juré que Poncho no tuvo hermanos ni hijos ni cónyuge. A Anita la llaman cada semana a hacerle las mismas preguntas, que a qué horas se murió, de qué se murió, por qué no tuvo hermanos ni hijos, por qué no se casó, que cuánto pagaba ella por los servicios públicos y el mercado cuando vivía con él y cuánto paga ahora que él ya no está. Mi hermana siempre termina ahogada en lágrimas. Les dice que no sean sádicos, que le entreguen la plata de su hijo del cual dependía parcialmente. Ella es un ángel y no es capaz de decirles que son ladrones, estafadores de almas con sueños y esperanzas ¡Qué les importa en cuánto se redujo el consumo de luz en la casa! La plata es de ella, tan sabiondos que son para jugar con plata ajena y eso sí no lo entienden los malditos. Ellos sabían que mi sobrino se iba a morir a causa de esta enfermedad catastrófica y por eso esperaron y no lo pensionaron, porque tal vez hubiera sido más fácil que la pensión pasara a mi hermana… pero ahora la plata que ahorró se la pueden barajar… y si no es así ¿Para qué la hacen sufrir más?
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