Por mis venas y las de mi equipo de gobierno corre la sangre de los mismos manizaleños que luego de muchas tragedias fundaron, construyeron, reconstruyeron y volvieron a construir nuestra ciudad, cada vez más fuerte y más grande. En este cuatrenio no nos acobardaremos ante las dificultades y mucho menos ante las críticas injustas y las calumnias. Tenemos en este gobierno el ADN de los valientes que nos precedieron y construimos la Manizales más grande.
Desde el despacho del Alcalde se ve Manizales imponente y su imagen trae a mi mente la historia maravillosa de mi ciudad, tal vez porque estamos próximos a cumplir 171 años de historia. Edificada sobre el filo de una cordillera, en una colina aparentemente indomable, los fundadores convirtieron la dificultad del terreno en una ciudad hermosa entre nubes y atardeceres.
Aislados por la geografía que separa a Manizales de los mares y de las corrientes de comercio construyeron los cables aéreos y la línea de ferrocarril para exportar café por los dos océanos e importar ideas, arte y costumbres cosmopolitas.
Ese espíritu valiente sigue revelándose en la construcción de la ciudad. Las casas originales de madera y barro, de noble bahareque, fueron destruidas hasta los cimientos por tres incendios inextinguibles. Nuestros abuelos y bisabuelos reconstruyeron la ciudad potenciada con la bella arquitectura republicana y nos heredaron el Centro Histórico del que conservamos cientos de casas y edificios constituyentes del conjunto republicano más grande e importante de Colombia.
Los palacios de la Gobernación y Arzobispal, el edificio Sáenz y el hotel Escorial son muestras magníficas del coraje de los manizaleños que resurgimos de las cenizas con fuerza y potencia. La Catedral Basílica, majestuosa e incombustible, es el renacer sobre las cenizas de una iglesia consumida dos veces por el fuego.
Los terremotos destruyeron o averiaron algunos edificios históricos como el Palacio Nacional o el Café Adamson y, de nuevo, con coraje indomable surgieron allí propiedades modernas como el Banco de Caldas, Seguros Atlas, el Banco de la República o el nuevo Palacio Nacional, resistentes a los sismos, altos y erguidos como diciendo: “Aquí estamos llenos de energía para resurgir de los escombros más fuertes”.
La erupción del volcán del Ruiz destruyó buena parte de la red de carreteras que nos conectaban con el mundo y muchos creyeron que Manizales estaba condenada. ¡Pues a trabajar! Fuimos los manizaleños los promotores de Autopistas del Café, el dinero de Infimanizales permitió el cierre financiero de esas obras y hoy estamos más cerca que antes de Medellín y Bogotá, del Atlántico y el Pacífico. Ni la muerte de los cables y los ferrocarriles, ni las avalanchas volcánicas nos pudieron vencer. Nuestras comunicaciones son hoy mejores que antes del desastre.
La crisis de los precios del café no nos arruinó. Ya se había sembrado una base industrial que absorbió muchos de los empleos que se perdieron en el campo y en las trilladoras. Lúker, Incolma, Colombit, Súper, Herragro, Acasa, un fuerte clúster de constructores y vivienda, son apenas una honorable muestra de la potencia de nuestra gente.
El crecimiento sorprendente de nuestras universidades nos fortaleció intelectual, técnica y socialmente, convirtiéndonos en una ciudad un poco más próspera, equilibrada e incluyente que otras similares. Nos falta camino por recorrer, pero nuestro gobierno hará todo para incluir a todos los manizaleños en las corrientes del progreso.
En esta administración tenemos la obligación de liderar otra batalla difícil. Llevamos más de seis meses luchando contra la covid-19; es una lucha contra la muerte y estamos paralelamente trabajando contra el desempleo y la ruina económica. Todos los expertos nos aconsejan romper el ciclo depresivo con inversiones contracíclicas y lo estamos haciendo. Con el ahorro en los gastos y el apoyo decidido del gobierno central y del presidente, Iván Duque, estructuramos inversiones en el Sistema Integrado de Transporte Público por el orden de 600 mil millones de pesos.
Esperamos culminar con éxito este difícil proceso, pero puedo asegurar que la línea Los Cámbulos, Fátima, Universidad, El Cable, con una inversión de los manizaleños de 150 mil millones de pesos, se construirá en mi administración. Suspendimos el proceso de selección del constructor de la PTAR del río Chinchiná, porque no adjudicaremos esta gran obra si no hay múltiples oferentes.
Se reestructura este proceso, para que los mejores constructores concursen y construiremos esta planta que descontaminará las aguas del río. El presupuesto actual considera un valor aproximado de las obras de $110 mil millones para la planta y de $150 mil millones para los colectores que interceptarán las alcantarillas que caen sin tratamiento en sus aguas. Tenemos una garantía del Gobierno nacional que conservará su aporte de $47 mil millones para esta obra.
Inversiones muy importantes y cuantiosas están en curso para modernizar el sistema de alumbrado público, la red de cámaras para vigilancia, control y administración del espacio público, proyecto que hemos denominado Manizales Ciudad Inteligente.
La reformulación y rediseño del macroproyecto San José está en estudio, esperamos presentar en un futuro cercano un nuevo enfoque que encamine ese sector hacia el éxito, el bienestar social y la integración de San José y la Galería con el Centro Histórico y la Manizales próspera. En todas las secretarías hay proyectos y procesos para el bienestar de la gente y para el mantenimiento y conservación de la ciudad.
Continuaremos de pie, dando la batalla contra la covid-19, la injusticia y los problemas heredados de gobiernos anteriores para continuar construyendo la Manizales más grande.
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