En este trajinar de lecturas suele uno encontrar autores y libros de pasos adelante, descubrimientos que fascinan. George Steiner (1929-2020) es uno que conservo en cercanía. Hace poco William Ospina le dedicó una bella columna de prensa a exaltarlo con los detalles de conocimiento certero, dolido por no habérsele dado el Premio Nobel. Se trata de escritor y pensador, maestro en campos de la literatura comparada, con singular obra de espectro amplio, con sabiduría descomunal. Por ejemplo, tiene un volumen sobre Martin Heidegger, otro sobre Tolstoi y Dostoievski, y muchos más, con mención especial su autobiografía, “Errata - El examen de una vida”, y sus conversaciones con Ramin Jahanbegloo y Laure Adler.
Por estos días he vuelto a su obra “Nostalgia del absoluto”, una serie de cinco conferencias que tuvo en Canadá en 1974, para examinar lo que, según su opinión, ha ocurrido en el mundo occidental con la decadencia de las religiones. Estudia los casos de Marx, Freud y Levi-Strauss con el fin de mostrar la elaboración de mitos en ellos, en especie de abandono de aquellos sentimientos aportados por los sistemas religiosos. Encadena los análisis hasta esbozar en la última conferencia su comprensión de la ciencia. Cada concepto lo emite con soporte en una información asombrosa, y en análisis detallado.
Los tres pensadores que examina en esa obra los agrupa en creadores de grandes mitologías racionales con las que tratan de explicar la naturaleza humana. A Marx lo ubica en una promesa de redención, identificado con Prometeo, a Freud lo señala en un regreso a casa con la muerte y lo asimila a Moisés, y a Levi-Strauss lo encuentra en el apocalipsis y la destrucción humana, con el Edén como referente. Steiner muestra como las teorías de los tres son armazones de mitologías, con el sentido de disponer de visiones totales, integradoras, del ser humano en el mundo, con anticipos de clarividencia que les lleva a suponer la configuración de un sistema, al incorporar en especie de unidad gestos, rituales y símbolos propios de esa naturaleza. Tiene claridad el autor al estimar que ellas son intentos de otras teologías. Llega a concebir esos procesos alegóricos en especie de batallas en las que culminan los oponentes pareciéndose unos a otros.
Considera que esas mitologías, en sustituto a las religiones consagradas, son una especie de “nostalgia del Absoluto”, por el abandono de aquella supuesta certeza en la teología. Las teorías de Marx las asemeja a un poema épico construido sobre la figura de Prometeo. Dice que en Freud sus desarrollos teóricos están basados en la intuición y la introspección, con oposición a la investigación clínica. En la teoría freudiana hay fuerza convincente, por las descripciones atractivas, en metáforas. Esa iluminación literaria tuvo en Freud apego en Schopenhauer, Proust y Thomas Mann, como él mismo lo expresó.
Claude Levi-Strauss, antropólogo, considerado como “científico del hombre”, tuvo el interés en completar, corregir y mejorar las teorías de Marx y de Freud, con ambición unificadora. Steiner considera que la prosa de aquel, por ejemplo en su obra autobiográfica “Tristes trópicos”, remite a la literatura épica del siglo XIX. Levi-Strauss establece el predominio de códigos binarios en todo lo existente. De esa manera llega a dar preponderancia a la Naturaleza y la Cultura, con la comprensión de la persona estar dividida en lo biológico y en las adquisiciones socioculturales.
Entiende que la visión apocalíptica de Levi-Strauss tiene asidero en la barbarie política del siglo XX, con destrucción de los relictos del Edén, el mito de él. Vaticina la prevalencia del cinismo y la destrucción, con mutación de la antropología en “entropología”, con apego a la entropía, especie de ciencia de la destrucción.
De la propia cosecha Steiner enuncia las imbecilidades preponderantes en el mundo actual, de apego a las irracionalidades y a las supersticiones, al considerar que los avances del pensamiento matemático y de la ciencia empírica son de valorar y promover, por las respuestas que se consiguen, con enunciado de preguntas cada vez de mayor complejidad, que repercute en niveles superiores en lo conceptual y en inteligencia. A la vez advierte sobre la crisis de confianza en la cultura occidental, con las secuelas de las dos guerras mundiales en el recrudecimiento de la violencia, que ocasiona nerviosismo y pánico en general.
En medio del oscuro panorama, Steiner encuentra salida en el mejoramiento de la condición personal, en la lucha por la verdad científica, con objetividad, con resultados en las “ciencias filosóficas y exactas”, con la inquietud si ese camino tendrá futuro. Steiner tuvo siempre la palabra sabia, con apego al estudio y a los análisis más cuidadosos de obras, de personajes y de cuestiones cruciales en las diversas épocas de la historia.
* 03 de febrero de 2020, día de la muerte de George Steiner, en su casa de Cambridge, en Inglaterra.
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