Hacer un balance de las políticas culturales de los últimos cuatro años en Manizales es una tarea francamente penosa. Lo que ha entendido la Administración por cultural es no solo pobre sino hasta equivocado, y escudarse en que cultura es todo no es digno de un Gobierno que debería priorizar los recursos en apuestas de más impacto y menos populistas.
Por eso más que un balance, aprovechando el cambio de gobierno, vale la pena pensar en cuáles podrían ser las posibilidades en cultura y turismo (ya que ambas están cobijadas bajo el mismo Instituto) para las próximos cuatro años.
Las casas de la cultura y las bibliotecas públicas han sido víctimas desde hace tres administraciones de abandono y desidia, ambas redes podrían y quizás hasta deberían ser el centro de la estrategia cultural de la ciudad pues hacen presencia en todas las comunas y en los corregimientos, tienen la posibilidad de conectar con las comunidades y ya han mostrado en otros momentos su capacidad de impactar en la construcción de tejidos sociales. Fortalecer sus infraestructuras y, sobre todo, sus coordinadores y talleristas podría ayudar a generar una dinámica interesante en Manizales más allá de los espectáculos y los conciertos.
Creo que entender cultura como cultura de masas es un error, aunque no porque la cultura de masas no sea cultura. Pensemos por un momento en un concierto de despecho, claramente la que se llama música popular es parte de nuestra cultura, pero las personas pueden consumir esto de manera muy sencilla con solo poner la radio o yendo a una cantina. No así la posibilidad de oír otros tipos de músicas que por no ser populares no son fáciles de escuchar, su circulación es reducida y por lo tanto es difícil el acceso, aun cuando representan también nuestra cultura, incluso ancestral, es por esto que el Estado debe propiciar la movilidad de este tipo de expresiones que de lo contrario no podrían llegar a audiencias más amplias.
En cuanto al turismo, valdría la pena decir que el Instituto trabaja buena parte del año para una sola semana: la Feria de Manizales, un evento que en sus raíces tiene una rancia herencia española y que podría debido a esto perder protagonismo en los próximos años. Dos de sus joyas corren peligro inminente: la primera es el reinado. En general los concursos de belleza tienden a desaparecer como una moda caduca auspiciada por el patriarcado que minimiza y relativiza el valor de la mujer. La segunda y tal vez más importante es la temporada taurina. Si prontamente no es borrada de un plumazo por el Congreso, entonces de todas formas irá desapareciendo. Lo cierto es que incluso muchos taurófilos dudan que se pueda mantener su estatus en el futuro con una afición que va perdiéndose por la falta de interés de los jóvenes o la desaparición de los viejos.
Estamos en un momento muy interesante para reinventar la Feria de Manizales a través de nuevas propuestas, culturales ojalá, que son las que hacen que perduren los eventos, la Feria de Cali es lo que es gracias a la música, el Carnaval de Negros y Blancos en Pasto es importante por un arraigo antropológico muy profundo. ¿Qué será lo que defina a la Feria de Manizales en los próximos años? Tal vez de eso dependa que exista en un par de décadas con la fuerza que tiene hoy. Es el momento de reinventarse.
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