El caso de Medellín nos ha hecho volver a pensar en el lugar de los empresarios y empresarias frente a los gobiernos.
Hago parte de los que creen que el empresariado debe siempre sentar una posición sobre lo que pasa en la política de Caldas y de Manizales. Eso sí, no soy de los que creen que su postura se reduzca a colgarse una camiseta para apoyar o rechazar dirigentes, al son de lo que más conviene a quienes sí están buscando votos.
Creo que los peores momentos los hemos tenido cuando la política de coyuntura ha sido copada por los intereses empresariales. Justo de ese pasado, Caldas ha sacado lecciones que no hay que tirar por la borda. Lo empresarial puede estar en lo político, pero debe saber cómo no atribuirse todo el espacio.
No es creer en el zapatero a tus zapatos. Es mirar cómo hacer juntos los zapatos, pero cada quien con el útil que le toca. Y en Manizales es fácil, porque con lo bueno o con lo malo, los empresarios nunca han dejado de participar de lo público como aliados e interlocutores.
Así que cuando digo que el empresariado debe tomar postura, es porque prefiero que no se queden sin aportar en lo estructural. En los problemas de largo plazo o de vieja data. Cuando aparece algún reproche suyo contra los gobernantes que están de paso, gusta más que sea por los riesgos en los se ponen a nuestras instituciones y nuestras visiones de desarrollo, que es lo que permanece.
Es válido si deciden participar en el calor de los momentos. Aunque allí ya están haciendo su trabajo los periodistas, los analistas, los líderes sociales. Incluso estamos las veedurías, como la Corporación Cívica de Caldas, que empresarios han respaldado con mucho tino para este tipo de coyunturas.
Por eso, es posible que acierten mejor si se enfocan en buscar cambios estructurales más que cambios de gobierno. Pueden ser más potentes si no se quedan solo en el terreno del proselitismo de turno, cortoplacista.
Son valiosos cuando sacan más tiempo para aportar en “lo político”, el espacio en el que definimos lo que somos, que en “la política”, el momento el que elegimos lo que apenas nos representa, los políticos.
Vamos con ejemplos.
Hay preocupación de empresarios y empresarias porque el gobierno de Caldas está abusando de la contratación directa. También porque el de Manizales está sacando licitaciones de un solo proponente o contratando empresas sin las calidades. En parte es resultado de que tengamos dependencias jurídicas que terminan haciendo funciones deficientes en compras. Usan estudios de mercado débiles al momento de salir a escoger la mejor modalidad y el mejor proveedor. Una situación que se la deja fácil a los corruptos.
Con el empresariado podemos sentar postura sobre cómo profesionalizar en compras a este tipo de empleados. Cómo seguir respaldando las veedurías ciudadanas y el periodismo para que no nos perdamos la coyuntura de cada contrato. Cómo proveer datos y sistemas de información para que los gobiernos interpreten mejor los mercados de lo que compran; sobre todo a la hora de buscar que lleguen más y mejores proveedores. Hay preocupación por el clientelismo que se puede estar cocinando dentro de la Dirección Territorial de Salud de Caldas y de Aguas de Manizales.
Junto a los empresarios podemos sentar postura. A partir de sus experiencias en políticas corporativas de buen gobierno, contratación de personal, perfilamiento de cargos, mecanismos de selección de talento humano, entre otras vías que le cortan el paso al abuso.
Hay preocupación porque las empresas locales se quedan por fuera de los contratos de los gobiernos. Preciso en época que se requiere reactivación regional. Con los empresarios es con quienes podemos sentar postura y co-crear ruedas de negocios con las entidades que compran.
Evaluar qué tan preparados están las empresas en Caldas para afrontar las contrataciones y licitaciones públicas como una oportunidad de negocio (RUP vigente, cuenta en Secop II, tolerancia al control estatal y ciudadano, etc). Recordarle a nuestros emprendedores que las compras que hace el Estado son una realidad para no ignorar en su modelo de negocio.
Siempre está la tentación de salirle rápido a la coyuntura. Y a veces da fruto. Pero lo tentador, en realidad, es negarnos a ver lo difícil, lo que requiere tiempo, lo que es más urgente.
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