“En minutos, por Facebook Live, aclare sus dudas...”, anunció la Alcaldía de Manizales después de que no entendiéramos las restricciones para Semana Santa. Si la gente tiene urgencia en saber, pues que espere a los cables y los micrófonos, al aviso con el logo, al guión para ponerse de acuerdo, a los funcionarios/presentadores bien adiestrados, al inicio de transmisión.
“El sector salud le cumple a los caldenses”, es lo que repite la Dirección Territorial de Salud de Caldas (DTSC) en Twitter. Un lema para que creamos que la vacunación no avanza tan mal. Junto a este mensaje, en lugar de compartir su sistema de seguimiento a los datos, la entidad comparte fotos e imágenes fijas (en .jpg o en .pdf) que no permiten ni procesar, ni filtrar, ni comparar, ni desagregar la información.
Esos actos resumen la desidia por la transparencia. El descuido con el que los gobiernos divulgan en redes la información que producen y gestionan.
En primer lugar, no son actos de información pública, son actos de censura. Violan la libertad de expresión e información, porque censurar es tanto silenciar a quien informa como cegar a quien busca informarse. De esa forma nos lo han presentado los tratados y declaraciones. “El acceso a la información en poder del Estado es un derecho fundamental de los individuos”, advierte la declaración de principios sobre libertad de expresión del Sistema Interamericano de Derechos Humanos.
Por eso la Constitución y la Ley 1712 de 2014 obligan a que los gobiernos divulguen su información de manera oportuna y con calidad. Es decir, en el tiempo requerido y en los formatos que mejor informen a la ciudadanía. Pero en este caso, ni lo uno, ni lo otro. De ahí su ilegalidad y su violación a los derechos humanos.
La Alcaldía supedita el acceso a información a un “en minutos…”. Un obstáculo injusto de tiempo, el cual es innecesario, sin razón justificable. Esto sin siquiera contar la discriminación al informar solo por una red social, la cual no todos tienen ni todos saben navegar. Mejor habría sido que el gobierno usara, sin espera, cualquiera de las otras vías ágiles con las que cuenta.
La DTSC ofrece una información de mala calidad. De un lado, porque mezcla los datos de interés con consignas favorables al gobierno (“estamos cumpliendo”). Del otro, porque impide que los datos sean conocidos en la sistematicidad que la misma entidad los procesa y los construye (su base de datos), aún teniendo cómo compartirlos. Mejor sería divulgar la información, lo más completa posible, y dejar que la ciudadanía se forme una opinión de si nos están cumpliendo o no.
En segundo lugar, estos actos no son de información sino de mercadeo y poder. El “en minutos...” de la Alcaldía insiste en una campaña de expectativa. Hace espectáculo y capitaliza tiempo a favor de la propaganda de gobierno y en contra de los derechos de la gente. Por su parte, el “estamos cumpliendo” de la DTSC, sin datos de calidad, hace parte del oportunismo con el que se transmite proselitismo por canales que deberían ser para informar.
En medio de un desastre natural, cuesta imaginar un “en minutos, por Facebook Live, aclare sus dudas…” o un “estamos cumpliendo”. Así que haberlo hecho en este tema de restricciones y vacunas, tan crítico para la imagen del gobierno, no es fortuito. Es parte de un plan, a veces muy pensado desde las oficinas de prensa, en el que el gobierno gane así sea que la ciudadanía pague el precio.
Uno de los avances más antiguos de la democracia fue que los gobernantes que ganan poder al ocultar la verdad (la información), fueran confrontados por un pueblo sin poder pero que conoce la verdad (la información). En oposición a este avance, estas comunicaciones de censura y mercadeo son apenas formas de afianzar el poder del gobernante. Dejan ahí la desinformación, lo más que puedan, para al final hacer pasar la propaganda y el mercadeo de gobierno como profetas y salvadores. Todo lejos de la transparencia.
Es una tragedia que esto suceda en manos de la generación de millennials, quienes decíamos traer con las redes una promesa de democracia directa. Pero es consecuente con nuestra feria de imágenes y likes: ese mismo juego entre censura y mercadeo del ego.
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