En Manizales andan embolatados 14.200 millones de pesos desde el gobierno pasado. Lo dijo la contraloría del municipio en su rendición de cuentas.
En la ciudad, los políticos, partidos y seguidores tomaron la noticia de estos recursos perdidos como juego y anécdota. Nunca para hablar del fondo de la tragedia. Apenas tirándose indirectas, sacándose trapitos, inventando chistecitos sarcásticos que quedan tan bien en los memes, mirando quién es el malo o el bueno a fuerza de quien logre más propaganda. Como mamando gallo, jugando a los votos. Con el problema todavía ahí, al servicio de quien siga en turno.
¿Cómo se pierden 14.200 millones en recursos públicos? Deberían estar explicando ¿Cuál podría ser una solución en nuestras instituciones? Deberían estar proponiendo.
En el seguimiento que hemos hecho desde la Corporación Cívica de Calda, hay el menos dos problemas que llevaron a la mayoría de los 144 hallazgos, 95 disciplinarios, 20 con alcance penal que informó la Contraloría de Manizales. El exceso de contratación directa y las adiciones en obra pública. Mientras no se hagan propuestas concretas contra esto, lo demás es mamadera de gallo.
Primero, el uso excesivo de los contratos directos deja al funcionario una discrecionalidad proclive a la corrupción. En la teoría más clásica sobre la corrupción, Robert Klitgaard ya nos hablaba de la discreción como una variable directamente proporcional a la corrupción.
Como lo hemos dicho, el problema no es hacer contratos directos, el problema es generalizarlos y usarlos para lo que no son. Porque hacer de estos contratos la regla general, es hacer de la discrecionalidad y del riesgo de corrupción la regla general.
Entonces aparece la última palabra del dedo. Basta endosarle el contrato a una empresa amiga, para que saque un pedazo para otra cosa. Basta quedarse con parte del pago a otro contratista, que no denuncia por el miedo de que el año siguiente el gobernante no le dé un nuevo contrato.
Un caso fue el del Instituto de Cultura y Turismo en Manizales (ICTM), durante el gobierno de Octavio Cardona. Se abusó del régimen de contratación de las entidades sin ánimo de lucro, para contratar a dedo actividades comerciales. Otro caso fue en Aguas de Manizales.
Donde creemos que se abusó del régimen especial de la empresa, para contratar de manera directa las obras públicas que debían licitarse.
Lo segundo es que Manizales ha sido una ciudad de adiciones en las obras públicas. En julio de este año, la Lupa a la Contratación de La Patria y la Corporación Cívica de Caldas encontró 44.000 millones en adiciones, durante el gobierno de Cardona. En ese momento, en esta columna resumimos que al menos 16 obras tuvieron más del 15% en aumento de valor, teniendo en cuenta que algunas de sus interventorías llegaron a pagos adicionales por más del 80%.
Al exalcalde Octavio Cardona lo admiran por su microgerencia, por haber tenido todo su gobierno en la cabeza. Pero ahora da a entender que estas investigaciones son apenas contra funcionarios suyos. Ahí ya no hay microgerente ni líder responsable.
Ninguna mención sobre cuál fue su labor, como cabeza de las juntas directivas, para evitar lo de Aguas de Manizales o del ICTM. Desde esta columna se le advirtió de los riesgos, pero los tomó como persecución, como si solo fuera mamadera de gallo proselitista. Hoy nos lamentamos y tendrá que seguir dando explicaciones.
Por su parte, al alcalde Carlos Mario Marín lo defienden por su promesa de transparencia.
Hoy todavía tiene pendiente pasar de los anuncios a las reformas que no dejen que se repita. Como nuevos despachos, resoluciones y guías que racionalicen la contratación directa y evite las adiciones en las obras. Tiene pendiente no confundir ejecución transparente con baja ejecución. Tiene pendiente no dejar fortalecer otros riesgos, como el nepotismo o las licitaciones de un solo proponentes, que ya le empiezan a reportar su cuota en los recursos perdidos.
De ser cierto que hubo algunas experiencias buenas en contratos este año, hay que mirar cómo llevarlo a una norma para la ciudad y no solo a una excepcionalidad suya para darse prensa.
Para algunos esos 14.200 millones perdidos son una preocupación de ciudad y no solo una oportunidad más para jugar a los votos. Hacernos creer que el otro es el malo, no es hacer transparencia. Es mamar gallo para preparar las próximas elecciones.
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