Vivimos en un mundo tan acelerado que nos acostumbramos a sentirnos tensos y estresados, cada vez es más difícil relajarse y volver a sentir calma. Acciones tan sencillas como hacer una pausa para respirar profundamente o meditar por algunos minutos, se ha convertido en un reto enorme para quieres viven sumidos en un ritmo de vida frenético.
Aprender a entrar en relajación es una de las tareas claves no solo para estar bien a nivel laboral, sino mental y físicamente. Cuando sabemos cómo relajarnos, liberamos las tensiones corporales, regulamos las emociones difíciles y ganamos perspectiva sobre lo que hacemos y lo que somos. Incorporar pequeñas acciones cotidianas de relajación puede cambiar nuestra vida, ya que lograremos incrementar nuestro bienestar, tener una mayor salud mental y tener claridad para tomar buenas decisiones.
Tomarse unos minutos al día para la relajación y volver la mirada hacia el mundo interior es entrar en el oasis de calma que todos llevamos dentro, para recargar la energía y poder vivir de manera más consciente, mientras nuestro cuerpo activa la reparación, equilibramos nuestro sistema nervioso y aquietamos la mente.
Guía rápida para relajarse:
Ajustar algunos hábitos e incluir diferentes técnicas puede ayudarnos a salir de la tensión y relajarnos:
1.       Aprende a respirar
Dedicar entre cinco y diez minutos por día a la respiración atenta, profunda y consciente inspirando y la expirando por la nariz, dejando fluir suavemente el aire sin resistencia y procurando centrar la atención en el acto de respirar nos permitirá volver a la calma en cualquier lugar donde nos encontremos. Para convertirlo en un hábito programa tres alarmas en diferentes momentos del día, y cuando se active, paras, respiras y te tranquilizas.
 2.       Posición correcta corporal
Nuestro cerebro todo el tiempo está interpretando nuestra postura y ajustando los neurotransmisores a la información que recibe del cuerpo. Tener una postura erguida en la que nuestra espalda este alineada con nuestro cuello, manteniendo las curvaturas cervicales y lumbares de forma natural. Nuestros hombros, distanciados al máximo de nuestras orejas. Ni adelantados con relación a nuestra columna, ni situados en un plano posterior a ella.
 Al sentarnos, debemos apoyar la totalidad de nuestra espalda en el respaldo del asiento y procurar no adelantar nuestra cabeza situándola en un plano anterior al de nuestra columna cérvico-dorsal para evitar generar tensiones.
 Como todo en el ser humano, estas posiciones son entrenables y es posible que inicialmente se sienta un poco de incomodidad debido a que hemos adquirido un hábito postural poco saludable. Pero si perseveramos en su corrección, cada vez serán más fáciles de mantener y nos sentiremos más tranquilos, equilibrados y motivados.
 3.       Visualización
En esta técnica de relajación puedes crear imágenes mentales relajantes que te ayuden a sentirte tranquilo. Para lograrlo incorpora diferentes sentidos: el olfato, la vista, el oído y el tacto. Por ejemplo, si te imaginas relajándote en el océano, piensa en el olor del agua salada, el sonido de las olas que rompen y la calidez del sol sobre tu cuerpo.
 Para realizar la práctica, comienza por sentarte en un lugar tranquilo donde sepas que no serás interrumpido, cierra los ojos y concéntrate en la respiración mientras traes a tu mente la imagen de ese lugar relajante y todo lo que quieras incluir que te genere bienestar, colocar sonidos del mar, del bosque, de la lluvia; esto dependerá de lo que tú prefieras.
 Practicar ejercicios de relajación te va a ayudar a estar en más calma, reducir el estrés, mejorar el sistema inmune y sentir una mayor cantidad de emociones positivas. Sé paciente contigo mismo. No hagas que tu esfuerzo por relajarte se convierta en otro factor de estrés. Si una técnica no te funciona prueba con la siguiente hasta lograrlo.