El estadio Metropolitano de Barranquilla se inauguró en mayo de 1986 y desde esa época los barranquilleros lograron que este escenario se convirtiera en “la casa de la Selección”, porque allí se juegan los partidos de las eliminatorias al mundial de fútbol por parte de la Selección Colombia. Lamentablemente el escenario deja mucho qué desear.
El estadio está construido frente a una de las principales avenidas de la ciudad que presenta un alto tránsito vehicular. El acceso, que se hace en medio de esta avenida, no tiene ninguna señalización, ni dispone de personal para orientar a los aficionados, lo que genera un alto riesgo para los que van a entrar al escenario, sobre todo si se tiene en cuenta que la mayoría de estos son de fuera de Barranquilla y que no están familiarizados con el estadio.
El tránsito “tortuoso” de entrada se hace en medio de un bullicio ensordecedor producido por el sonido de las “vuvuzelas” que suenan constantemente y con una alta presencia de revendedores de boletas, que acosan permanentemente a los que van a entrar al estadio. Es decir, la informalidad es total.
Los pasillos para acceder a las graderías y a los puestos son estrechos. En esta época en que se tiene mucho celo en respetar los protocolos sobre la seguridad y los procedimientos para las evacuaciones en caso de emergencias, el estadio Metropolitano está muy lejano de garantizar los mínimos de seguridad exigidos  para atender cualquier amenaza que se llegue a presentar en un evento de  envergadura  
Una de las características de Barranquilla es su clima caliente, lo que hace que los espectadores tengan que estar permanentemente hidratados. La normatividad en nuestro país no permite el consumo de licor en los estadios durante los partidos de fútbol; sin embargo, es impresionante la venta y consumo de cerveza, con alcohol, dentro del escenario; además también es muy fácil conseguir cualquier tipo de licor dentro del estadio.     
El consumo de tanto líquido exige ir a los baños frecuentemente, lamentablemente los del Metropolitano son un atentado para la sanidad pública, son sucios y el piso  se ve lleno de charcos producidos por la fugas de agua de los aparatos sanitarios. Además, el número de sanitarios disponibles para las mujeres es muy bajo, por lo que las filas al baño se vuelven “kilométricas”.
Pero no todo es malo. El ambiente dentro del estadio es espectacular. Oír cantar antes del partido a 46.000 personas el Himno de Nacional a todo pulmón, es una experiencia única y ver a todos los espectadores haciendo fuerza por su selección hace exaltar nuestro orgullo patrio. Por supuesto, siempre será un espectáculo ver un partido en vivo Colombia-Brasil. Sobretodo ver a Neymar en todo su esplendor  y a un Colombia tratando de jugarle a Brasil de tú a tú. 
La razón principal que esgrimen los barranquilleros para promocionar su estadio como la casa de la Selección, es el clima de la ciudad. Dicen que la alta temperatura y la humedad desgastan mucho a los jugadores visitantes. La realidad es que el calor y la humedad golpean a todos por igual. La norma de la FIFA establece que en estadios donde se juega a altas temperaturas debe suspenderse en la mitad de cada tiempo para que los jugadores se hidraten, por lo que la posible ventaja para nuestros jugadores se pierde. El otro punto que argumentan es la presión del público, lo que tampoco es muy válido. El amor por la selección es muy fuerte en todo el país, por lo que en cualquier otra ciudad se puede tener una motivación hacia la Selección igual o similar a la de Barranquilla.
Los partidos para las eliminatorias del mundial, teniendo Colombia varias ciudades con escenarios iguales o inclusive mucho mejores que el de Barranquilla, deberían  jugarse como se hace en otros países en diferentes sitios. Inclusive, si lo que se busca es jugar en ciudades donde verdaderamente se pueda afectar el rendimiento de los jugadores de los equipos extranjeros, en Colombia hay escenarios que por ejemplo por su altura, pueden ayudar más a nuestros jugadores que en la misma Barranquilla.