La miro y me parece increíble que ya tenga diez años, cierro los ojos y la imagino entre mis brazos; siento su felicidad y la mía en el momento de amamantarla, cuando el mundo que nos rodeaba dejaba de existir y solo éramos ella y yo conectadas por un inmenso amor, que es la manera en la que yo traduciría ese lenguaje puro e insubstancial que une a una madre con su hijo.
Es verdad que los hijos nos superan en muchas cosas, creo que nosotros nos esforzamos para que sean mejores o por lo menos estén mejor preparados que nosotros; esta chiquita lleva varios años estudiando una segunda lengua y acaba de comenzar a estudiar una tercera; hace deporte y además es buena estudiante. Pero hay algo que yo no le he enseñado y que no se estudia en ninguna parte, su alma tiene una sabiduría que solo puede ser inspirada por Dios. Esas teorías que dicen que los niños de ahora son seres más evolucionados que quienes los anteceden la he comprobado en distintas ocasiones, pero ayer me sorprendió. El 4 de diciembre tuvimos la alegría de celebrar el cumpleaños número noventa y uno de mi mamá, el mes anterior fue de mucha zozobra y tristeza, pues su salud estaba muy deteriorada y no sabíamos si iba a llegar al cumpleaños, pero llegó, así que Mariana le escribió una carta, de la cual les quiero compartir algunos apartes:
“Hola Abuelita, espero que te mejores mucho y que nos dures a todos mucho más y que este sea uno de tus mejores cumpleaños, aunque no estés muy bien de salud, ya que estarás con Amelia, tu hermosa y adorable bisnieta. Yo sé que tú sabes que todos te queremos mucho, por eso queremos que estés bien y saludable. Abuelita si tu alma decide irse de aquí al cielo pronto, dile que es y será la mejor abuelita de todo el mundo, que aprecio muchísimo sus cuidados y los aprendizajes que me ha dejado, que es una persona maravillosa, fuerte y luchadora. También le podrías decir a tu alma que proteja a todos y que les dé mucha sabiduría para que acepten tu partida. Pero bueno, ahora mejor festejemos tu cumpleaños y agradezcamos todo lo que has hecho y nos has dado (…)”.
Aceptar la partida de nuestros seres queridos es uno de los aprendizajes más grandes que debemos afrontar, es, sin duda, la mayor lección de desapego. Me alegra saber que Mariana ya tiene un concepto de trascendencia y sabe que no somos este vehículo con el que andamos por el mundo, es nuestra alma la que es el verdadero tesoro que encierra ese precioso estuche que llamamos cuerpo. También tiene muy claro cuál es el verdadero sentido de este nacimiento a la vida eterna; siempre agradecer el privilegio de tener a estas personas en nuestras vidas y una vez hayan partido, atesorar sus enseñanzas y sus recuerdos en nuestros corazones, hasta que nuestras almas se vuelvan a encontrar. Creo que también entiende la importancia de vivir en el aquí y en el ahora, que en algún momento los adultos perdemos, haciendo planes para un futuro que no sabemos si van a llegar o no, postergando la felicidad o condicionándola a la consecución de este o aquel logro, olvidándonos que el único momento en el que podemos ser felices es el que estamos viviendo. Gracias hija por ser una verdadera maestra y compartir con toda la familia tu sabiduría, gracias mamá por el privilegio de ser tu hija y por la compañía y enseñanzas que nos has dado a lo largo de nuestras vidas: Te amamos, feliz cumpleaños.
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