Es triste que de los pocos avances que ha tenido este Gobierno; el de recuperar los parques y el espacio público para nuestros niños y para la mayoría de la gente, ahora sufra un retroceso por cuenta de la Corte Constitucional.
Como mamá de una niña de diez años, me preocupa mucho este decreto permisivo sobre el consumo de alcohol y sustancias psicoactivas en los lugares que debo frecuentar con ella. Por el lugar donde vivimos hay unas escaleras que eran usadas por consumidores para fumar marihuana y en estos meses que lleva en vigencia el Código de Policía, se habían vuelto más seguras; tampoco me quiero imaginar cómo se va a volver el parque a donde llevo a pasear a mi perra y en el que ahora juega mi hija tranquilamente, aunque sea de noche. En la última Clínica del Maltrato el pediatra que la dirige contó cómo le tocó ver en Chipre, hace apenas unos días, a un hombre fumando marihuana en frente de sus hijos, de cuatro y diez años aproximadamente ¿este es el libre desarrollo de la personalidad que defiende la Corte? ¿Dónde queda la sanción social, si ya uno no se va a poder quejar de este tipo de acciones porque están amparadas por un decreto? ¿No es un deber más importante de la Corte Constitucional velar por la protección de esos niños y de muchos otros, que están expuestos a los peligros de adultos que los quieren inducir al consumo, como este padre irresponsable o, peor aún, de bandas de expendedores que ven en ellos a unos clientes potenciales, para hacer más prósperos sus negocios?
Colombia es un país con inmensos problemas; el narcotráfico es uno de ellos y si le asociamos el riesgo de convertirnos en un país consumidor de sustancias psicoactivas, como ya lo somos de alcohol, el futuro para todos estará más negro de lo que ya se ve. En un país donde falta tanta educación y autocontrol, las medidas restrictivas, como el Código de Policía, sí sirven para limitar este tipo de conductas nocivas; donde la Corte Constitucional ve una política prohibicionista, la mayoría de los ciudadanos percibimos espacios seguros y tranquilos.
Eso que dice la Corte, cuando deja en manos de cada alcalde la restricción de los horarios y lugares en donde se puede consumir o no me parece muy absurdo y difícil de aplicar, no solo para las autoridades sino para los ciudadanos en general, además creo que fomenta la formación de fronteras invisibles supremamente peligrosas.
Otra de mis preocupaciones es la puerta que se abre para convertir al país en un destino atractivo para el narcoturismo; en estos días me llegó un video en inglés, en el que aparentemente se invitaba a los turistas extranjeros a no participar en el libre consumo de drogas que permite Colombia, pero a mí me pareció que el video era una propaganda para hacerlo, pues iniciaba contándole a toda la gente alrededor del mundo que pensaba venir a Colombia, que ahora se puede consumir drogas en parques, playas y zonas verdes. Cada quien tiene su interpretación de la realidad, esta es la mía, tal vez es muy tradicional, pero pienso en mi niña y en los millones de niños que tiene este país y me identifico con el adagio que dice “Es mejor prevenir que lamentar”.
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