Nuestro ser femenino es profundo y complejo, si los hombres creen que somos una, están equivocados; por algo nos rige la luna con sus fases, que se acompasan con nuestro ciclo menstrual. En estos días conocí a Carolina Galvis Espinosa, Madre Luna, este es un título que se gana estudiando con Miranda Grey, una mujer reconocida a nivel mundial por un proceso que se llama la Bendición de Útero, que tiene como objetivo una sanación y una reconciliación con esa esencia femenina, que está representada en esa parte extraordinaria de nuestro cuerpo que nos permite ser madres.
En esta sociedad que nos invita con frecuencia a asumir roles masculinos, a competir en el ámbito laboral, intelectual y productivo hay muchas mujeres que entran en conflicto con algo tan natural y maravilloso como su ciclo menstrual, no solamente porque hasta hace poco no se hablaba abiertamente de la menstruación, sino porque está asociada culturalmente a la impureza y al dolor; lo que hay que entender es que esa sangre es sagrada; representa la nutrición, pues si una mujer se embaraza la sangre es la que nutre al ser que crece en su vientre. Así que nada de asociarla con algo sucio; es la vida que se repite así misma en cada ciclo, también es limpieza y renovación y lo ideal sería devolverla a la Madre Tierra, por eso en muchos lugares ya existen Jardines de Luna; lugares donde las mujeres llevan esa sangre y la “siembran” como un regalo, pues tiene memorias e información, en una palabra es sagrada.
Con Carolina estuvimos hablando de una idea que me pareció muy interesante, impulsar algo llamado “La educación menstrual”; ir mucho más allá de explicar la biología, que se limita a enseñar la parte anatómica y fisiológica, para reconciliar a esas niñas y mujeres con su ser femenino, para que se entiendan y no se juzguen y acepten esa realidad biológica y no la vean como un estorbo, que es lo que esta sociedad hiper-productiva nos quiere hacer sentir, pues como les dije al inicio no somos una mujer, somos cuatro, dependiendo de la fase del ciclo que estemos atravesando. Carolina Galvis explica esto de la siguiente manera: La mujer dinámica corresponde a la fase preovulatoria, está llena de energía y de ganas de hacer cosas, si la relacionamos con las etapas de la vida, sería la adolescencia. Luego viene la ovulatoria, que es la mujer expresiva, cuidadora, esa semana del ciclo somos amorosas, comprensivas, sociables y en las etapas de la vida corresponde a la madre. En la fase premenstrual se expresa la mujer creativa, más sexual; para las mujeres artistas esta fase es muy valiosa, pero cuando no sabemos enfocar esa creatividad podemos estar propensas al conflicto porque nuestra imaginación vuela y además en nuestro organismo circula gran cantidad de progesterona, que es la hormona de la verdad, entonces esa semana no nos quedamos calladas, decimos lo que sentimos que tenemos que decir, buscamos soluciones a las cosas que lo requieren, pero para el mundo somos rebeldes, histéricas, etc. Por último llega la fase menstrual, en ella se manifiesta la mujer reflexiva, la que quiere estar “en la cueva”, en este momento necesitamos espacio para nosotras, en un período de introspección, en esta fase meditar es fácil, sin duda la energía cae porque el hacer es hacia adentro, sentimos la necesidad de autoprotección y de cuidarnos. Carolina dice que nos vestimos de manera diferente en cada una de las fases, también comemos de una manera distinta y nuestra manera de relacionarnos también cambia. Si logramos comprendernos y que nos comprendan desde esta variabilidad podremos generar estrategias para que estemos bien sin sobreexigirnos y también planear las actividades que más demandantes cuando estemos en nuestro pico de energía.
La mujer que cierra el ciclo menstrual pasa a la “plenopausia”, representa la sabiduría; aún están las cuatro mujeres presentes, pero hay dominio sobre todas ellas y puede dar lo mejor de sí en todo momento. Para Carolina esta etapa es un segundo florecer, aunque culturalmente también hay muchas barreras que romper, hay mucho miedo a la vejez y traumas que vienen de atrás por no haber respetado lo que somos.
El objetivo es integrar esas cuatro mujeres, comprendernos y que nos comprendan, educarnos y educar a nuestros compañeros, llámese pareja, hijos, hermanos, amigos, para vivir ese maravilloso ser femenino en armonía con nosotras mismas y con el entorno.
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