Hace unos años, cuando los magistrados y jueces fueron llamados por ley a usar la toga, escribió mi hermano, Roberto Chaves Echeverry, un bello texto que tituló Cómo dotar a la toga de alma. En ese tiempo él era magistrado, cargo que hace poco tiempo abandonó, decisión que para muchos miembros de nuestra familia resultó inexplicable, pero que los hechos a los que nos hemos visto enfrentados en este país, debido a los escándalos, cada vez más agobiantes, que involucran a miembros de las altas cortes, ya hemos ido entendiendo.
Mi hermano nunca dijo nada, nunca criticó a sus colegas, pues parte de su carácter y de su formación es la de evitar la crítica; eso nos lo enseñó mi papá, cuando en el declive de su carrera política, después de haber sido traicionado por unos judas bien conocidos, nos prohibió a sus hijos hablar mal de esos personajes; en mi casa estaba prohibido decir algo en contra de ellos, so pena de enfrentarnos a la furia de mi papá, que no era poca. Eso quedó grabado en el alma de mi hermano, así que creo que cuando se dio cuenta que a donde quería llegar solo se accedía haciéndole lobby a magistrados de dudosa moral, repartiendo millones y botellas de champaña, decidió encaminar el ejercicio de su profesión hacia otro cargo que pudiera ganarse por méritos y no corrompiendo su alma recta y quedándole a deber favores al diablo. Lástima, les aseguro que el departamento y el país perdieron a un gran jurista; un hombre estudioso, dedicado en cuerpo y alma a su profesión y lo más importante: con ética.
Pero ese es el revolcón que ya no da espera, pues los colombianos estamos llegando a un punto en nuestra pérdida de fe por las instituciones de este país que es altamente peligroso; el hecho de que a los demás carteles que nos asaltan, ahora se una el cartel de la toga es algo espeluznante. No puede ser que los encargados de impartir justicia en este país negocien las sentencias, las tutelas, las casas por cárcel, los beneficios, además vendan los cargos y cobren extorsiones a quienes favorecen o pretenden favorecer, etc., etc. Pero si de ellos, todos los colombianos, esperamos que sean ¡Incorruptibles! ¿Acaso no son de los funcionarios mejor pagados de este país? ¿Desde cuándo en Colombia nada es suficiente? Aquí sí se puede aplicar el dicho de que “la ambición rompió el saco”. Porque la diferencia entre un narcotraficante que se quiere enriquecer vendiendo sustancias ilícitas y la de un magistrado que se quiere enriquecer vendiendo sentencias cada vez es menos clara.
Por supuesto que no son todos; como en la política hay algunos políticos decentes, cada vez menos y más difíciles de encontrar, igual en las cortes, me atrevo a decir que los corruptos no son mayoría, pero es que en ese tipo de instituciones los corruptos deberían ser: Ninguno.
¿Cómo dotar a la toga de alma? Se preguntaba mi hermano, en su idealismo, hace unos años y para lograrlo ilustraba con unos ejemplos bellísimos, como Los Mandamientos del Abogado, de Eduardo J. Couture, entre ellos: Lucha. Tu deber es luchar por el derecho; pero el día que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia. Ten fe en el Derecho como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la justicia, como destino normal del derecho; en la paz, como sustituto bondadoso de la justicia; y sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no hay Derecho, ni justicia, ni paz.
Creo que hay que rescatar el alma en todas las esferas de nuestra sociedad, antes de que literalmente nos lleve el diablo (como cada uno de ustedes prefiera interpretar esa frase). Porque en las relaciones primero está el sexo y, de pronto, si las cosas funcionan, entonces vendrá el amor. Porque en nuestros hogares cada vez más niños son educados por terceros, ya que la mamá está dedicada a conseguir igual o más dinero que el padre, porque tener se volvió más importante que ser. Y no estoy hablando de las madres cabeza de familia, que no tienen elección, estoy hablando de muchas mujeres que les podrían dedicar más tiempo a sus hijos, pero hacen de sus carreras o del dinero su prioridad. Hablo de cargos y profesiones que deberían ser incorruptibles y sin embargo sus representantes caen en lo más bajo por tener más plata.
¿Dónde está el alma de la toga? Sin duda que esa alma se perdió un poquito el día en que mi hermano se la quitó…
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