Estamos en un momento de cambio inesperado, en el cual, el covid-19 partió nuestra realidad en un antes y un después, pues no solo aceleró los procesos tecnológicos, sino que sacó a relucir las problemáticas latinoamericanas y mundiales, además de mostrar la importancia de profesiones y trabajos que actualmente estaban siendo subvalorados; es por ello que en estos días difíciles, donde tanto la economía, la parte laboral y emocional se ven afectadas, es importante entender que somos uno, que el del lado no es competencia, sino que es mi igual y que si yo me cuido, lo cuidaré a él.
Y es en este punto, donde aparece un valor muy importante, como es el respeto, entender que cada uno de los profesionales y de los trabajadores que se están arriesgando para mantener nuestro estilo de vida y nuestra salud, es una persona igual que tú y que yo, tienen una familia que los espera cada día sanos y salvos y después de los aplausos, se merecen ser mirados con amor. Es por ello que al leer cómo los sacan de sus lugares de vivienda, o un medio de transporte público les hace el feo para llevarlos a casa, me cuestiono si realmente recordamos nuestra humanidad, si la conexión con nuestra alma y corazón aún está por ahí; o como dicen en muchas publicaciones, este tiempo de pausa colectiva es un momento que nos obliga a mirarnos a nosotros mismos, a volver a nuestros valores, a nuestra esencia, recordar que como se dice en el principito “lo esencial es invisible a los ojos” y yo le agregaría que lo simple, se convierte en importante, puesto que en medio de nuestros afanes y las ganas de comernos el mundo, dejamos de lado mirar con el corazón cada acontecimiento, decir te quiero a las personas que viven con nosotros o que vemos en nuestro día a día, valorar una puesta de sol, un amanecer, un día más de vida, la importancia de una sonrisa, agradecer por la salud, por las posibilidades que nos da el universo, agradecer por la gente que tiende una mano a alguien que lo necesita o simplemente observar desde el alma a los otros y a la naturaleza y aceptar que somos invitados en esta tierra.
Hoy, siento que nuestro deber no es solo agradecer y aplaudir desde las ventanas por la labor que están haciendo a todo el personal de la salud, a los repartidores de encargos, a los domicilios, a los que recogen la basura, al personal de aseo, los militares, los policías y muchas otras personas que cada día se ponen en primera fila para que nosotros podamos seguir adelante cuando todo esto acabe, sino que debemos además comprometernos a que de ahora en adelante, no les negaremos un hola, una sonrisa, una mirada de satisfacción y alegría y asumiremos que más allá de su labor, son seres de carne y hueso igual que todos nosotros.
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