El pasado 8 de marzo millones de mujeres se volcaron a las calles de ciudades especialmente en Europa, Asia, América para expresar su indignación, su malestar con lo que ocurre hoy con las mujeres en el mundo. Fue un encuentro intergeneracional en el cual niñas, jóvenes, adultas y mujeres viejas protestaron contra el consumismo, la destrucción de la naturaleza, la violencia, la pesada carga del trabajo de cuidado que recae especialmente sobre ellas, los contratos basura y precarios que día a día amenazan también la vida de sus familias. 
El pegajoso estribillo Oh, io, io, ah, es la huelga general. Este mundo no nos gusta y lo vamos a cambiar, resonó en muchos lugares del mundo y nos convocó a salir de nuestros cómodos espacios y a apoyar el Paro como se denominó en España, uno de los países donde la movilización fue mayor. 
¿Y por qué tanto malestar me pregunta un amigo que miraba sorprendido la indignación en las calles de tantas ciudades? Le respondí que este malestar expresa la indignación de las mujeres de cara a la debilidad de las instituciones, de los Estados desde la cuales se debe proteger la vida digna de las y los habitantes del planeta; porque este capitalismo salvaje ha convertido a tres cuartas partes de la humanidad, literalmente en “cosas” de las cuales se puede prescindir; por la ausencia de presente y futuro para ellas y sus familias; porque las guerras actuales son máquinas de victimización de los más débiles; porque los hogares en el mundo son hoy trinchera para las mujeres y porque su cuerpo es el primer territorio de violencia.
Y en Colombia nuestro malestar se expresa porque aún persiste una brecha salarial entre hombres y mujeres del 12% según el Ministerio de Educación, aun cuando se reconoce que las mujeres en Colombia cuentan con mayor formación académica que los hombres. Existen otros datos que no son reconocidos como las 33 horas por semana que las mujeres dedican a las tareas del hogar, frente a las 7 horas que destinan los hombres. Las mujeres del sector rural duplican esa cifra, lo que significa que tienen dobles y triples jornadas. Las violencias contra las mujeres y niñas no cesan; según el último informe Forensis 2016 de Medicina Legal, cada 33 minutos una niña es abusada sexualmente; cada 30 horas una mujer es asesinada por razones de género; y cada día 140 mujeres son agredidas por su pareja o expareja; en términos de paridad política, tan solo una de cada cinco congresistas es mujer, y una de cada diez está en gobernaciones o alcaldías. Las cifras de feminicidios son atroces, mujeres son asesinadas por sus esposos, compañeros por el solo hecho de ser mujeres. La guerra las ha convertido en las principales víctimas del desplazamiento, el despojo, los asesinatos de sus familiares. 
Por todas estas razones con un gran grupo de representantes de organizaciones de mujeres y sindicatos invitamos a unirnos a la Huelga global y parar las actividades domésticas, laborales, sociales, comunitarias, entre otras, movilizarnos en las calles y seguir exigiendo la garantía de todos los derechos para todas las mujeres de Colombia y del mundo. Fue solo el comienzo, el año entrante esperamos que la convocatoria sea mayor. Nuestras propuestas: goce efectivo de los derechos políticos, sociales, económicos y culturales; trabajo digno; tierra y recursos para mujeres rurales; representación paritaria en los distintos espacios de la sociedad; valoración y redistribución de los trabajos de cuidado en el hogar; autonomía sexual y reproductiva; educación de excelencia para niñas y jóvenes; vida digna para mujeres afro, indígenas y mujeres de comunidades Lgbti y un país donde podamos vivir en paz con justicia social.
El próximo 8 de marzo queremos llenar las calles de las ciudades de Colombia y unirnos a Paro Mundial de las mujeres y que este estribillo retumbe en Colombia entera cantando: 
¡Oh, io, io, ah, es la huelga general. Este mundo no nos gusta y lo vamos a cambiar!