Peregrinajes
Andrés Hurtado García
En mi artículo anterior dejamos a Trotsky, Freud, Adler y compañía tomando tinto en el Café Central de Viena. Pero no fue este el único café famoso. El Landtman fue fundado en 1873, trece años después del Café Central. Clientes suyos fueron Gustav Mahler, Peter Altenberg, Sigmund Freud, Otto Preminger, Curd Jürgens, Julius Raab, y la actriz Rommy Schneider. Este café subsiste hoy y por eso esta actriz, fallecida en 1982 pudo ser uno de sus clientes más famosos. Recordemos que Julius Raab fue jefe de gobierno de Austria luego de la Segunda Guerra Mundial y negociador con las potencias ocupantes para la independencia de Austria. En el café Landtman se celebran cada día una veintena de ruedas de prensa. Otro café, el Hawelka es muy posterior a la era del imperio austro-húngaro, porque fue fundado en 1939. Y como sus pares ha sido y es centro de reunión de intelectuales y artistas. Uno de sus asiduos contertulios fue el famoso actor de cine y teatro Óscar Werner, muy querido por los austríacos. Nació en 1922 y murió en 1984. Otro de los cafés tradicionales de Viena es el Mozart, fundado en 1825 y que también ha sido y es sitio de reunión de intelectuales, escritores y periodistas.
Repito lo que dije al principio de estas crónicas sobre Viena, que he sido un devoto del imperio austro-húngaro, con todos sus aciertos, desgracias y problemas. Pero la historia reconoce, cada día más, la importancia que esta época del siglo XIX y del imperio tuvieron en la cultura, la ciencia y el arte. Mozart, Beethoven, la familia Strauss y muchos músicos que hemos nombrado enaltecieron a esta época y a Viena. Los maravillosos valses de Strauss en esta época nacieron. Época también de cambios y de rompimientos con el pasado. La música clásica daría paso a la dodecafónica. No recuerdo cuál de los Strauss propinó sonora bofetada en el Palacio de la Ópera de Viena a uno se los iniciadores de la música atonal cuando presentó su obra ante un sorprendido auditorio.
Freud y Adler fundarían la psicología moderna y el primero, sobre todo, bucearía en las profundidades del alma humana y de sus comportamientos más íntimos. Los artistas, arquitectos y escultores del Pabellón de la Secesión de Viena reinterpretaron el arte y la arquitectura teniendo en cuenta los nuevos tiempos y la industrialización y le dieron un vuelco al arte moderno. El más importante de sus representantes fue el pintor Gustav Klimt. Este artista nacido en 1862 y fallecido en 1918 fue un pintor simbolista y modernista. Su gran inspiración fue el cuerpo de la mujer, el desnudo femenino. Klimt es pintor fundamental en el rompimiento con la pintura tradicional y fue un artista muy querido en Viena en una de cuyas calles principales una tienda está dedicada exclusivamente a vender reproducciones de sus pinturas, la más famosa de las cuales es El Beso.
La importancia política de Viena ya la he explicado suficientemente puesto que el imperio austro-húngaro con todas las luchas intestinas de los nacionalismos de la época dio origen a varias de las repúblicas balcánicas. Termino así estas crónicas, expresando una vez más mi devoción por Viena, bella y cultísima ciudad y por el imperio austro-húngaro, que fue el remate del Sacro Imperio Romano Germánico.
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Agradezco profundamente a los lectores que me han seguido y así me lo han manifestado y de manera especial a las personas que me han colaborado haciéndome valiosas acotaciones y observaciones sobre los artículos.
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