Hablando de orquídeas, no olvidemos que una orquídea es la flor nacional, la Cattleya trianae. Fue elegida como tal en 1936 a instancias del doctor Emilio Robledo. El nombre del género, Catleya, fue puesto en honor del orquidiólogo inglés William Cattley y el de la especie en honor del mayor botánico colombiano José Jerónimo Triana. En Colombia se han publicado muchos libros sobre orquídeas, pero quizás los más completos son los que actualmente está editando el médico Carlos Uribe, considerado como el mejor traumatólogo de rodilla de Colombia. Ya dijimos que sus libros, en ediciones de lujo, se titulan: “Orquídeas, tesoro de Colombia” y serán seis tomos, profusamente ilustrados con hermosas fotografías tomadas por el propio Carlos que es un notable fotógrafo. La novedad de estos libros es que traen reseñadas todas las orquídeas clasificadas en Colombia hasta ahora. Carlos Uribe pertenece a una familia de científicos. En España lo consideran como uno de los mejores médicos del mundo. Pariente suyo fue César Uribe Piedrahita, que es quizás el más famoso toxicólogo del país, descubridor de la araña venenosa del desierto de la Tatacoa, de la familia de la “viuda negra” y del género Latrodectus. César Uribe, igual que Carlos era un hombre polifacético. Escribió una novela titulada “Toá” sobre el problema del caucho en el Amazonas, novela eclipsada por La Vorágine.
La catleya es una planta epífita, o sea que crece en los árboles. No es parásita, no vive del árbol sino de la humedad de los tallos y cortezas. En una ocasión que yo andaba por las selvas del bajo Atrato encontré un funcionario de recursos naturales que machete en mano iba arrancando todas las orquídeas que encontraba en los árboles. Bárbaro, ignorante y funcionario de recursos. Le expliqué que las orquídeas no son parásitas, pero era tan menguado de intelecto que por más que me esforcé creo que no me entendió. ¡Lo que hay que ver en este mundo!: en otra ocasión en el río Vaupés vi una preciosa piel de jaguar pegada en una pared. Pregunté y un exfuncionario de recursos naturales de la CDA, que es la corporación que vela por los recursos del centro y norte amazónicos, me dijo que había matado el jaguar porque su hija quería tener las garras del felino.
Colombia, entre otros honrosos primeros lugares en el mundo, se enorgullece de su riqueza en especies de aves en el planeta. Lo interesante es que nadie nos disputa este honor. De las 9.271 especies que hay en el mundo Colombia posee 1.954. El Museo de Historia Natural de Londres acaba de certificar que Colombia es el país más rico en mariposas. Poseemos 3.642 especies de lepidópteros, o sea el 20% de todas las del planeta. África tiene 4.000 y Europa 500. Ya incorporé el dato de las mariposas a mi USB para mis conferencias sobre Colombia en Europa el año próximo. Me temo que como el dato del Museo de Londres es reciente, algún asistente a mis conferencias me protestará diciendo que otro país, por ejemplo la India, tiene más mariposas que Colombia.
Pues bien, todos esos primeros lugares en aves, orquídeas y mariposas y los segundos, terceros y cuartos en otras especies animales peligran con la pavorosa destrucción que hacemos los colombianos de los bosques tropicales, los de cordillera y los páramos.
Hasta aquí nos trajeron las digresiones a propósito de Otto Skorzen y de la vida en la Península en los años setenta que fueron los últimos de la vida del Caudillo. Y para terminar recuerdo una frase que se oía en las universidades: Pienso, luego exilio.
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