Hablar de la reunión de los gobiernos y de las entidades mundiales del medio ambiente tenida en Glasgow en noviembre es llover sobre mojado, y sobre todo llover sobre tristezas. La reunión, última esperanza para la salvación de la Tierra del calentamiento global, fue un fracaso. Los irredentos optimistas hablan de buenos resultados. Habría que preguntarles por qué lo dicen.
Hace un poco más de 70 años, cuando comencé a recorrer a pie el país y a sudarlo, y hace 60 cuando comencé a escribir en los periódicos, dije con total lucidez que la lucha por salvar el planeta estaba perdida y lo vengo diciendo y repitiendo de mil maneras. Y no lo vengo diciendo gratuitamente. Nadie conoce el país como yo, y nadie por lo mismo ha visto y sigue viendo la monstruosa destrucción que los colombianos venimos haciendo de nuestra Tierra.
Una explicación del optimismo de algunos podría ser esta. Hablando con un personaje importante en el medio ambiente en Colombia, me decía que yo tengo la razón, y que la lucha está desgraciadamente perdida, pero que se debe mostrar optimismo porque si no, no se consigue dinero para las fundaciones. Me pareció cínico y descarado, palabras sinónimas. Yo le dije que gracias a Dios no tengo fundaciones ni estoy mendigando dinero para mis enconadas luchas en defensa de los recursos naturales y de la biodiversidad. Pero… hasta razón tienen el ambientalista de marras y las instituciones. Si pregonan que la lucha está perdida nadie les dará dinero.
El fracaso de la reunión de Glasgow viene reconocido por el director del evento que calificó los resultados de “decepcionantes”. Palabras textuales. Entre los objetivos estaba acabar con la dependencia de los combustibles fósiles, petróleo y carbón, reducir las emisiones del gas metano, que es más agresivo que el anhídrido carbónico, y lograr con ello que el calentamiento no superara los 1,5 grados. Nada de esto se va a lograr porque las promesas de los gobiernos no son vinculantes y no se establecieron reglas para hacer las mediciones. Se dio plazo del año 2030 para acabar con la deforestación en el mundo. A ello se comprometieron alegremente los gobernantes asistentes. Esta promesa (solo promesa) me parece etérea. En los 9 años que faltan para 2030 la deforestación va a ser descomunal. Lo que debieron decir y a lo que debieron comprometerse es que la deforestación se debe terminar YA. Lo más irónico del caso es que Bolsonaro se comprometió. Bolsonaro no asistió a Glasgow, pero sí tuvo tiempo para ir a pavonearse y hacer turismo en Italia donde una facción política de extrema derecha lo acogió fervorosamente. Invito a los lectores a que busquen en internet las fotos de la carretera rectísima de 900 kilómetros que atraviesa toda la selva amazónica de norte a sur y que el señor Bolsonaro prometió pavimentar. Sabemos que las carreteras en la selva atraen colonos por millares.
Mirando los artículos que los periodistas escribieron sobre Glasgow me sorprendió leer a una comunicadora. Fue un gran logro que en Glasgow se hablara por primera vez del carbón como combustible fósil, dijo ¡vaya descubrimiento! ¿despistada o ilusa la señora?
Glasgow, fue la última oportunidad para salvar el planeta. Todos reconocen que las cumbres anteriores fueron igualmente reuniones de amigos para hacer promesas que no se materializaron. Los científicos tienen claro que la temperatura de la Tierra subirá 2,4 grados. Si con 1,5 estamos viviendo estas terribles catástrofes en tierra, mar y aire, ¿cómo serán cuando nos asemos a 2,4 grados más de temperatura? RIP por los habitantes de la Tierra.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015