Estábamos en los cementerios de Budapest. Y antes de seguir hablando de ellos, quiero recordar más despacio los de París, de los cuales, por lo menos de uno de ellos, he hablado en otras ocasiones. París tiene tres cementerios, los tres famosos por la cantidad de celebridades en ellos enterrados. Los tres son objeto de innumerables visitas no tanto como lugares de oración y de recordatorio de parientes muertos, sino como objetos de turismo. El más famoso de ellos y a la vez del mundo es el de Père Lachaise. El más famoso, pero no el más bello. Se dice entre los entendidos y viajeros, que posiblemente el más hermoso es el de Génova, Italia, llamado Staglieno, en el cual todas las estatuas son de impresionante belleza y algunas se las puede admirar en internet. Ayuda a la magnificencia de los cementerios italianos el hecho de que el país posee inmensas canteras de mármol, el más famoso del mundo, el de Carrara. Cuando uno viaja por Italia en tren o por carretera bordeando la costa del mar Tirreno se ven los inmensos tajos blancos en las montañas, son las canteras de mármol. El Staglieno no puede rivalizar con el Père Lachaise en cantidad de “residentes” ilustres. Hay además una gran diferencia: en el Lachaise los “huéspedes” son de fama mundial, sobradamente conocidos, en el Staglieno casi todos son personajes italianos, prácticamente desconocidos para el grueso de los visitantes. Un guarda del Staglieno me mostró un libro en el que se recuerda la visita de Federico Nietzsche y de Mark Twain y se destacan los elogios que estos ilustres viajeros rindieron a la belleza del camposanto. En Génova murió y está enterrada Constance Mary Lloyd, nombre que a nadie dice nada, pero si sabemos de quien fue esposa, las cosas cambian, fue la mujer de Oscar Wilde y la madre de sus dos hijos. En Roma existe el cementerio llamado de los Extranjeros o de los Ingleses o de los no católicos. También tiene tumbas muy hermosas. Mi interés en este cementerio era la tumba del poeta inglés John Keats. Su epitafio dice: “Mi nombre está escrito en el agua” y lo estimo como uno de los más bellos del mundo. En este cementerio también están enterrados Axel Munthe, médico y escritor sueco, y otro famoso poeta inglés, Percy Shelley.
Volvamos a los de París. En el Pére Lachaise dan la lista de los personajes ilustres allí enterrados. Con ella en la mano me he entregado a la tarea de buscarlos en las tres ocasiones que he visitado el cementerio. Algunas tumbas nunca pude encontrarlas, otras saltan a primera vista porque siempre tienen visitantes y me refiero a las de Allan Kardec, Federico Chopin, Oscar Wilde y Jim Morrison. Comencemos por este último, que fue el vocalista de The Doors y que murió por una sobredosis. Nació en 1943 y murió en 1971. El sitio de su sepultura ha sido objeto de conjeturas rodeadas de misterio. Se dice que no está aquí, que está en otra parte. Se teme que sus incondicionales fans roben sus restos. En mi ultima visita a París, comprobé, en efecto, que su tumba la custodiaban dos policías y sentados al lado de la lápida había dos muchachos peludos, fumando marihuana, que estaban “llevados”. Velaban devotos la tumba de su “dios”. Los visitantes los miraban, unos con indiferencia y otros con desagrado. El epitafio de la tumba de Jim Morrison así reza: “Cada uno es dueño de los demonios que lleva dentro”.
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