Las Fallas y los Sanfermines son las fiestas españolas que más turistas atraen. Las fallas son esculturas hechas de cartón y de madera, materiales fáciles de arder, porque su destino es ser incineradas para goce de los valencianos y los visitantes. Una junta fallera decide cada año cuál va a ser el motivo de las Fallas. La ciudad se divide en barrios y cada barrio se encarga de su falla. Un maestro fallero durante todo el año trabaja a sueldo junto con sus ayudantes preparando las esculturas. Son varias decenas que se montan en la intercesión de las calles en el centro de cada barrio. La fiesta tiene varios momentos y estos son algunos: la “crida” palabra del dialecto valenciano que significa pregón y se lleva a cabo en febrero; ”la plantá” que consiste en la erección de las esculturas una semana antes del 19 de marzo; “la mascletá”, que es la quema de pólvora todos los días de esa semana a las 12 del día; y “la cremá” que ocurre a las 12 de la noche de la fiesta de San José, hora en la que se queman todas las esculturas de la ciudad, excepto la ganadora que es indultada junto con algunos “ninots”. Las figuras indultadas forman parte del museo fallero, gigantesca bodega donde se guardan.
La primera fiesta de las Fallas a la que asistí fue un año antes de que muriera Franco. Como el caudillo estaba ya viejo y enfermo y prácticamente no gobernaba, el motivo escogido para las Fallas de ese año fue “el destape”, motivo que no hubiera sido posible si el dictador estuviera en posesión de todas sus facultades. Así que se aprovechó para desahogarse un poco de la férrea censura impuesta por el régimen. Recuerdo muy bien que para ver “El último tango en París”, película que hoy nos parece pacata, los españoles viajaban a Perpignan, ciudad francesa fronteriza al lado de Cataluña. Salían de Madrid decenas de autocares y los teatros de Perpignan presentaban la cinta las 24 horas del día. Así que todas las esculturas de las Fallas del “destape” aludían a mujeres semidesnudas y representaban acciones de tímida pornografía. Los maestros falleros son verdaderos artistas y sus esculturas son admirables. Así que da cierta tristeza verlas arder el día de San José. Pero de eso se trata, ese es el destino de las Fallas. “Morituri te salutant”, diríamos socarronamente.
Alrededor de las esculturas grandes, que pueden alcanzar hasta diez metros de altura, se levantan figuras pequeñas de uno o dos metros, llamadas “ninots”, que apoyan la idea central, la del destape en el caso que estoy recordando.
También hay Fallas de los niños, hechas con figuras de uno o dos metros y que representan cuentos infantiles y sus protagonistas. Se edita una revista bastante voluminosa en la que están fotografiadas todas las fallas y se explican todos los pormenores. Recuerdo que me escandalicé un poco en aquella ocasión pues la revista publicaba el valor monetario total de las Fallas, cifra tremendamente alta. Todo ese inmenso presupuesto sería reducido a cenizas para la diversión de la gente… ¡qué desperdicio! Pero me explicaron que lo que gana la ciudad de Valencia esa semana de fiestas es muy superior al monto de dinero que se incinera la noche del 19 de marzo. La ciudad gana en hoteles, restaurantes, fiestas, transporte, compras en negocios, espectáculos… dinero que desembolsan propios y extraños. En los pueblos de la zona de Valencia también se celebran las fiestas de las Fallas, obviamente a menor escala.
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