Llegó la hora de contar la preparación del curare según Gumilla. Se escogía para la tarea a una indígena de avanzada edad que se sabía moriría en la faena. Se echaban los tallos de la planta venenosa en una olla y se los cubría con agua. Comenzaba la cocción. Cuando se había evaporado toda el agua y quedaba una sustancia semipastosa en la olla, se llamaba a un guerrero y se le practicaba una pequeña herida en una pierna de modo que sangrara. Se le acercaba el veneno sin tocar la herida. Si la sangre continuaba saliendo quería decir que el veneno todavía no estaba listo. Más agua y más cocción. De nuevo la herida. Si la sangre se detenía en la herida, era señal de que el veneno estaba casi listo. Nueva agua y nueva cocción. Si en el tercer intento la sangre retrocedía, el veneno ya estaba listo. Lo guardaban entonces en un recipiente de madera para aplicarlo en las puntas de las flechas.
Según Humboldt el método para saber si el veneno ya estaba listo era más sencillo: disparaban la flecha envenenada a un sapo o a un pájaro. Si no se moría “del todo”, aún faltaba. Yo conté que en el sitio donde tomé la foto de portada de mi libro Colombia Secreta, Unseen Colombia en la versión inglesa, apareció un indio ataviado con guayuco y traía en la mano un cañuto con una sustancia oscura. Me dijo, en su escaso castellano, que era curare. Le dije que se lo compraba, me dijo que no. Le ofrecí más dinero. Esa maldita costumbre de los civilizados que todo lo pretendemos comprar con dinero. De nuevo se negó y me dijo: No, mata, ustedes matan. Nada que hacer. La civilización mata, la civilización, lo vemos todos los días, ha perfeccionado la barbarie. ¿Quiénes son los civilizados? Buena pregunta.
El curare se extrae de plantas que pertenecen a varias familias, una de las cuales es la de las loganiáceas. Un género de esta familia es el Strychnos y la especie la Strychnos toxífera. El solo nombre habla ya de su toxicidad. El principio activo es una neurotoxina
llamada d-tubocurarina que es un bloqueante neuromuscular cuya acción consiste en
bloquear la trasmisión de impulsos eléctricos desde los nervios hasta los músculos. La persona o animal envenenado con curare muere por asfixia en un lapso entre 2 y 20 minutos. Esta es la razón por la cual los indígenas van tan tranquilos por la selva. Si un gran felino, por ejemplo, llegare a atacarlos la flecha envenenada comenzaría rápidamente a paralizarlo. Con flechas untadas de curare los indígenas matan pájaros y micos y los pueden comer sin peligro del veneno inyectado en el cuerpo del animal.
Como ocurre con otros venenos de origen vegetal y animal, compuestos del curare se usan en medicina, especialmente en anestesia. Tal ocurre con ranas del género Dendrobates, de vistosos colores y que por su belleza son objeto de comercio ilícito. Son comunes en el Chocó. Una de estas es la rana dorada, considerada por algunos como el animal más venenoso del mundo y cuyo veneno ha servido a los científicos para preparar analgésicos. Y entre las platas, un ejemplo de que venenos pueden convertirse en medicinas es el caso de la Digitalis purpurea. Esta planta que crece espontáneamente en tierra fría y se la encuentra tanto en los bordes de los caminos como en terrenos de cultivo, debe su nombre al parecido de sus flores con dedos. Tiene muchos nombres comunes como dedalera y chupamieles y en Cundinamarca los campesinos le dicen guargüerón.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015