Estábamos frente a la Puerta de Viena, que, como decíamos, era en otros tiempos la salida para la capital de Austria. Comento aquí que uno de los símbolos de Madrid es la famosa Puerta de Alcalá, que incluso figura en muchas canciones. Por esta puerta entraban o salían los viajeros de Aragón y Francia y más cercanamente los de Alcalá, patria de Cervantes. Madrid tuvo cinco puertas que tenían dos propósitos: uno defensivo y otro tributario. Las puertas estaban en las murallas que rodeaban la ciudad, la defendían y a la vez servían para el cobro de impuestos a las mercancías que entraban a la ciudad. La Puerta de Alcalá es conocida por todos los que visitan a Madrid y se encuentra en la Calle de Alcalá, a dos “cuadras” de la Plaza de Cibeles (donde celebra el Real Madrid sus triunfos) y contigua al Parque del Retiro. He escrito cuadras entre comillas porque en España cuadra significa establo de animales. Allá se debe decir a dos manzanas de la Plaza de Cibeles. Otra puerta sobreviviente de las cinco que había es la Puerta de Toledo que era la entrada-salida de y para la llamada Ciudad Imperial de Toledo. No es objeto de turismo de los visitantes de Madrid y se encuentra cerca de la iglesia La Almudena, iglesia que queda a un costado del Palacio de Oriente.
Volvamos a la Puerta de Viena de Budapest. Fijo mi atención en una bella casona situada en la plazoleta de la Puerta. Arriba veo medallones con nombres de filósofos y humanistas. En la pared al lado de la puerta hay una lista de nombres que tienen al frente la firma correspondiente. Pregunté a un pasante y me dijo que allí se había alojado Thomas Mann, que es uno de los firmantes. Pero me quedé sin saber si la casona fue un hotel donde se alojaron los demás firmantes. La lista es larga, son una veintena de nombres húngaros, todos desconocidos para mí. En la lista hay dos alemanes que sí conozco. No escribí los nombres húngaros en ese momento. En casos como este espero a llegar a casa y con calma rescatar los nombres “enrevesados” que se encuentran en las fotografías que he tomado.
He consultado aquí en casa quiénes son los personajes de la lista. Todos son artistas húngaros, menos dos. Y fueron poetas, historiadores, periodistas, novelistas, traductores, dramaturgos. Muchos de los húngaros de la lista pertenecieron al grupo de la revista Nyugat, que reunió a la intelectualidad clave en la modernización de la literatura húngara en el siglo XIX. La revista fue fundada en 1908 y clausurada en 1941. Varios de estos escritores fueron judíos y tuvieron problemas con los nazis y debieron exiliarse de su país de origen.
Por aprecio a Hungría, país del que me enamoré, escribo aquí los enrevesados nombres de la lista. Hatvany Lajos. Babits Mihaly, hombre clave en la revista Nyugat y traductor de la Divina Comedia al húngaro. Szabo Laszlo, quizás el más grande ajedrecista húngaro. Franz Werfel que nació en Praga en 1890 y pertenecía por lo tanto al imperio austro-húngaro. Fue amigo de Kafka y Max Brod. Fülep Lajos. Jozsef Attila, del que hablamos largamente, uno de los más importantes poetas húngaros, que se suicidó muy joven y cuya estatua sedente y mirando muy triste el río Danubio al lado del Parlamento, ya reseñamos. Karinthy FriGyes, Kerenyi Karoly, (Karoly es Carlos en húngaro). Fue un gran helenista. Y llegamos a Klaus Mann, que fue uno de los hijos de Thomas Mann. Seguiremos con la famosa lista.
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